Mundo Escolar |Cómo fue el asilo de Víctor – El reportero andino

Histórico es el asilo que, el 4 de enero de 1949, Colombia otorgó al líder del APRA, quien un día antes se había refugiado en la embajada de ese país en Lima.

Procesado por rebelión, a raíz del golpe de Estado que organizó la cúpula de su partido y militares en octubre de 1948, Haya buscó huir del país bajo protección colombiana en calidad de refugiado político.

Perú, gobernado entonces por el presidente Manuel A. Odría, se negó a otorgar el salvoconducto por considerar que la rebelión, que la justicia imputó a Haya, era un delito común, no político. Y Colombia insistió en que la condición de perseguido político se la otorgaba el Estado asilante, no Perú.

El 31 de agosto de 1949, Perú y Colombia acordaron someter el caso a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

El fallo de la Corte, del 20 de noviembre de 1950, estableció que el asilo se otorgó mal y debía cesar, pero también que Colombia no estaba obligada a entregar a Haya a Perú, que lo reclamaba para juzgarlo.

Víctor Raúl Haya de la Torre en la embajada de Colombia en 1949.

Víctor Raúl Haya de la Torre en la embajada de Colombia en 1949.

Al final, por un acuerdo con Colombia, Perú emitió el salvoconducto y, el martes 6 de abril de 1954, Haya dejó la embajada y salió expulsado del país.

Así, Haya dejó atrás su encierro en la embajada de Colombia, que duró cinco años, tres meses y tres días. Y viajó a México.

Tenso encierro de Haya de la Torre

Durante su encierro en la embajada de Colombia, que estuvo rodeada por barricadas con militares peruanos con ametralladoras, Víctor Raúl Haya de la Torre hizo amistad con el embajador Carlos Echeverri y los mayordomos Melquiades Chavarry y Gonzalo Roncal.

Haya de la Torre en la ventana de la embajada de Colombia. Estuvo encerrado  allí más de 5 años esperando el salvoconducto.

Haya de la Torre en la ventana de la embajada de Colombia. Estuvo encerrado allí más de 5 años esperando el salvoconducto.

Ahí siguió con sus tareas políticas y escribió el libro ‘Treinta años de aprismo’, que dejó atrás sus ideas progresistas de ‘El antiimperialismo y el Apra’ (1928).

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