Otra familia que los Luna dejaron en ruinas – El reportero andino

Vi que por ser congresista solo cobraba un sol de sueldo y lo demás lo donaba. Eso me dio confianza”, recuerda Rosanna Patrnogic mientras taxea de madrugada.

La mujer, de 54 años, se refiere a José Luna Gálvez. Actual congresista, dueño del partido Podemos Perú, candidato a la presidencia y fundador de la sancionada universidad Telesup.

Rosanna es madre soltera y técnico en computación, pero desde hace muchos años no encuentra trabajo en su oficio. La angustia por dinero, desde que firmó un contrato con Telesup, la obligó a ser “multichambas”.  

En las mañanas cuida a su madre y funge de enfermera. Por las tardes hace trabajo de jardinería, a veces intenta vender casas -aún no tiene suerte- y por las noches abre Uber y se pone a trabajar en el carro que un generoso amigo le alquila a precio solidario.

Ella no conoce personalmente al candidato presidencial, José Luna. A quien sí conoce, y muy bien, es a su hijo: el actual regidor de Lima, José Luna Morales.

CONTRATO MALDITO

En mayo del 2017, Rosanna, su hermana y su madre, decidieron poner en alquiler un terreno familiar en Pucallpa, su tierra natal.

Son 3,500 metros cuadrados con una casa de tres pisos, rodeada de jardines extensos. Cuando la familia se mudó a Lima el terreno quedó a cargo de un familiar, hasta que el 2017 decidieron alquilarlo. Fue entonces, cuando apareció en sus vidas Telesup. 

En ese año aún no eran muy conocidas las denuncias por su pésima enseñanza y el cierre de la Universidad recién ocurrió en 2019. 

En 2017 la intención de los Luna era construir una nueva sede de Telesup en Pucallpa. Por eso José Luna Morales, gerente de la universidad entonces, firmó un contrato con Rossana y Biserka Patrnogic y Esther la madre de ambas de 86 años.

“Al igual que su padre, me agradó porque a diferencia de otros empresarios, fue muy campechano y conversador”, dice Rosanna de José Luna Morales, mientras rechaza un pasajero para seguir con la entrevista que nos ofrece para este reportaje.

El contrato es por 6 años, los Luna debían pagar 8 mil soles mensuales por el alquiler de su casa a las Patrnogic. Además, una cláusula advertía que en caso Telesup no consiguiera los permisos de ley para habilitar la sede, los Luna podían disolver el trato sin mayor perjuicio para ellos. 

Firmaron en mayo de 2017. Los primeros tres meses no hubo problemas. Sin embargo, en septiembre no pagaron el alquiler y desde entonces nunca más lo hicieron. 

 

CANALLADAS PROFESIONALES

Los Luna desaparecieron y al mismo tiempo, los vecinos de Rosanna en Pucallpa les mandaban fotos y mensajes que las angustiaban. 

Gente desconocida había entrado a su propiedad. Rosanna llamó a los trabajadores de Telesup, encargados del terreno, pero dijeron que todo estaba bien. Pero era mentira.

En octubre, los Luna reaparecieron. Exigieron anular el contrato, afirmaron que la Superintendencia de Educación Superior (SUNEDU) no les dio la licencia para la nueva sede y que la Municipalidad de Coronel Portillo no les aprobó la licencia de funcionamiento.

Rosanna y su familia les creyeron. Los Luna les devolvieron su propiedad el 14 de octubre del 2017. Pero ese día empezó la desgracia de la familia Patrnogic.

 

SIEMPRE ES DINERO 

“Lo único que no se llevaron fue el cemento”, recuerda Rosanna mientras espera que el semáforo cambie a verde.

Los videos que grabó demuestran que no exagera. Se llevaron las rejas, las tuberías, los cables eléctricos, destruyeron el triplay, las ventanas, las puertas, la bomba de agua, los closets, el tanque de agua y hasta los waters. 

Una de las cláusulas del contrato obligaba a Telesup a poner seguridad en el terreno para evitar los robos. No lo hicieron. “No digo que hayan sido ellos los que robaron, pero no cumplieron un acuerdo”, dice Rosana mientras otro chofer le toca el claxon, porque ya cambió a verde.

Recién cuando vieron su propiedad destruida, empezaron a dudar de los Luna. Mandaron cartas a SUNEDU y a la Municipalidad de Coronel Portillo. Ambas instituciones respondieron: Telesup nunca inició un proceso de licenciamiento para la sede de Pucallpa.

PARA MUESTRA UN BOTÓN. 

Ese dato era crucial porque, según el contrato, si los Luna no justificaban una causa real para rescindir el contrato debían pagar el monto equivalente a un año de alquiler: 96 mil soles.

No quisieron pagar y fueron a una primera conciliación en enero del 2018. No llegaron a un acuerdo. Los Luna enviaron a una representante que no tenía ningún poder de decisión. 

LA OSCURIDAD DE LOS LUNA

Pasaron casi dos años para una nueva conciliación. En ese lapso, Rosanna y su familia pidieron préstamos al banco para reparar los daños en su propiedad. 

Era diciembre del 2019, casi un año y medio después, Rosanna volvió a ver a José Luna Morales. 

“No habló nada. Lo único que hizo fue acercarse, me mostró un papel pequeño y arrugado, donde decía: Te puedo dar 30 mil”

No hubo acuerdo. Al salir Rossana estalló en cólera, se recompuso, pero a los dos días una noticia en la televisión la indignó. 

La policía encontró 300 mil soles debajo del asiento del carro de José Luna Morales. Lo hicieron durante una serie de allanamientos y detenciones contra el clan Luna, debido a una investigación fiscal.

Cuando los policías le preguntaron a Luna por el dinero, dijo que era el pago de las matrículas de Telesup. 

SENTENCIA ETERNA

Rosanna y su familia decidieron denunciar a Luna Morales penalmente por los delitos de estafa agravada, falsedad genérica y daños. A pesar de las pruebas, la Fiscalía de Pucallpa desestimó la denuncia.

En el 2021 iniciaron un proceso civil. La primera resolución les reconoció 104 mil soles de reparación. 

Rossana dice que ese monto no cubre los daños, ni las deudas que asumieron para reconstruir la propiedad. Apelaron y, otra vez, una mala noticia. 

Su hermana mayor, Biserka, fue diagnosticada con cáncer. Las deudas se multiplicaron para salvarle la vida. Lucharon por tres años y, de nuevo, otra noticia devastadora.

En diciembre del año pasado, una nueva sentencia reconoció solo 96 mil soles. La familia pide cerca de 800 mil soles por los 8 años de angustias y penurias que viven. 

Apelaron. Desde entonces, Rosanna va una vez al mes al Poder Judicial para ver si su caso avanza. La última vez le dijeron que en dos semanas habría resolución. Hace meses le dicen lo mismo.

Cuando la entrevisto es viernes por la noche, hay mucha gente saliendo de las discotecas de Miraflores. Ella trabajará hasta las 4 de la madrugada. Dormirá dos horas: a las seis debe llevar a su hermana a su sesión semanal de quimioterapias. Es cuando funge de enfermera.

En la casa que mantienen, en Surco, dejará a su madre de 92 años y a su hija adolecente, que también vive con ella. 

Para estas cuatro mujeres su vida cambió para siempre desde que conocieron a los Luna. Para los Luna todo sigue igual.

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