Así es el nuevo régimen A1 del penal de Ancón – El reportero andino

Esta semana comenzó el llamado ‘apagón carcelario’. Cuarenta y cinco reclusos, considerados los más peligrosos del país, fueron trasladados bajo estrictas medidas de seguridad al penal de Ancón 1. Allí estrenaron el régimen A1, el sistema de reclusión más severo en la historia penitenciaria del Perú.

Los internos, muchos de ellos cabecillas de mafias de extorsión, sicariato y narcotráfico, llegaron rapados, con uniformes color crema y esposados. Cada paso fue vigilado por agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) del INPE y por policías armados. Nadie habló. Solo se escuchaba el sonido de las botas en el pasillo y el eco metálico de las puertas cerrándose tras ellos.

Presidente José Jerí verificó y supervisó el traslado de reos peligrosos en el penal Ancón I.

Presidente José Jerí verificó y supervisó el traslado de reos peligrosos en el penal Ancón I.

El presidente José Jerí encabezó la medida junto al ministro de Justicia, Eduardo Arana. Ambos aseguraron que este nuevo régimen marca el inicio de una etapa de “recuperación del control total” de los penales.

Las autoridades lo han descrito como un sistema de aislamiento absoluto. Los presos solo tendrán una visita al mes, dos horas de patio al día y ningún contacto con otros pabellones.

AISLAMIENTO TOTAL Y FIN DE LOS PRIVILEGIOS

El régimen A1 implica una vida en completo encierro. Las celdas, de apenas cuatro por dos metros, han sido selladas y reforzadas. No hay televisores, radios, ni tomacorrientes. La única fuente de luz es un foco empotrado en el techo, protegido con una rejilla metálica y asegurado con pernos.

Las instalaciones eléctricas clandestinas —que antes servían para cargar celulares y mantener la red criminal activa— fueron eliminadas. No hay enchufes, no hay cables. Los ductos y escondites usados para camuflar equipos fueron clausurados con cemento. El objetivo: dejar incomunicados a los líderes que seguían delinquiendo desde prisión.

“Si antes podían coordinar extorsiones desde sus celdas, ahora vivirán en silencio”, señaló uno de los agentes del INPE a cargo de la intervención. La medida también incluye la supervisión constante de los reos, sin posibilidad de manipular objetos o comunicarse entre sí.

Entre los internos trasladados figuran homicidas, secuestradores y antiguos jefes de redes criminales. Algunos, según las autoridades, “equivalen a veinte presos ordinarios” por su nivel de peligrosidad.

Internos con condenas por sicariato y extorsión son reubicados en penal Ancón I bajo control total. (Foto: GEC)

Internos con condenas por sicariato y extorsión son reubicados en penal Ancón I bajo control total. (Foto: GEC)

ASÍ FUNCIONA EL NUEVO RÉGIMEN DE SEGURIDAD

El pabellón remodelado en Ancón 1 tiene capacidad para 162 internos. Cada celda cuenta solo con lo indispensable: una litera, un baño básico y una rendija por donde se pasa la comida. No hay contacto físico con el exterior. Solo cuentan con dos horas de patio además de la prohibición de estar en los pasadizos.

Los internos no podrán pedir atención médica fuera del módulo. Si se autolesionan, serán atendidos en la misma celda. Tampoco podrán ser trasladados a calabozos como sanción: las faltas serán castigadas dentro de su confinamiento.

Entre los trasladados está Yojairo Michael Arancibia Sevillano, alias ‘JJ’, presunto miembro de la red criminal de ‘El Monstruo’, y Adam Smith Lucano Cotrina, alias ‘Jorobado’, acusado de homicidio y extorsión. Ambos fueron captados por las cámaras cuando ingresaban al nuevo pabellón, cabizbajos y vestidos con el uniforme beige.

Las imágenes muestran los pasillos vacíos y las puertas metálicas recién selladas. Allí permanecerán vigilados las 24 horas por cámaras internas y patrullas del GOES. Ningún interno puede circular por los pasadizos sin autorización.

Jerí participó en un operativo en el penal Ancón I el lunes pasado. Foto: Presidencia

Jerí participó en un operativo en el penal Ancón I el lunes pasado. Foto: Presidencia

UNA MEDIDA EXTREMA PARA UN PROBLEMA EXTREMO

El régimen A1 busca romper con años de descontrol en las cárceles. Las continuas incautaciones de celulares, antenas clandestinas y conexiones ilegales obligaron al Gobierno a implementar medidas drásticas.

“El apagón eléctrico es el comienzo del fin de las comunicaciones del crimen organizado”, sostuvo el presidente Jerí, al anunciar que el sistema se extenderá pronto a penales como Lurigancho y Castro Castro.

La Marina de Guerra y el Ministerio de Transportes colaboran en la detección de señales de Internet enviadas desde viviendas vecinas a los penales. La meta es cortar por completo las comunicaciones ilegales que alimentan las redes delictivas desde prisión.

Ancón 1 se ha convertido así en el símbolo del nuevo control penitenciario. Un espacio sellado, sin privilegios ni luz indebida, donde el silencio reemplaza el caos.

Con el régimen A1, el Gobierno busca que los reos más temidos del país pasen sus días —y sus noches— en la oscuridad. Literalmente.

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