En diálogo con El Comercio, Jonny Dymond, conductor del programa producido por Charlie Taylor, dice que lo que más le intriga del Perú es si el país podrá mantener su estabilidad económica ante la “amenaza” que representan la delincuencia, la corrupción y la inestabilidad política. El episodio del programa dedicado al Perú –cuya introducción se tuvo que actualizar– ya está disponible en el canal de podcast de la BBC y en otras de sus plataformas.
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-Sabía que llegaba a un país afectado por fuertes crisis, pero terminó presenciando la caída de la presidenta del Perú. ¿Cuánto le sorprendió?
Me sorprendió y, al mismo tiempo, supongo que no me sorprendió. No me sorprendió porque el Perú ha tenido una sucesión vertiginosa de presidentes, primeros ministros y ministros en los últimos años y no había ninguna razón para pensar que la presidenta Boluarte fuera a ser la excepción a la regla, sobre todo teniendo en cuenta que era tremendamente impopular. Me sorprendió que sucediera dos días después de que grabáramos el programa. Pero también por el hecho de que el Congreso que la apoyaba simplemente desapareció. Es importante recordar la razón de esta crisis: la constante oleada de delincuencia que tanto agobia a los ciudadanos del Perú. El drama de la destitución de la presidenta fue solo un síntoma de la situación que se vive en el Perú.
-¿Qué conclusiones le dejó el debate con los ciudadanos peruanos durante la grabación del programa? ¿Cuáles son sus principales preocupaciones?
La conclusión es una profunda alarma por la delincuencia y por la poca capacidad del Estado para hacer frente a este y otros problemas que afligen al Perú. Como dije en la introducción del programa, el Perú ha hecho mucho, ha superado los grandes retos de la década de 1990, retos que en un momento parecían que iban a hundir al Estado. Quiero decir, ha escapado del control de la actividad paramilitar, de Sendero Luminoso y otros grupos. Se ha enriquecido mucho, tiene una economía relativamente estable, y es deprimente ver cómo la delincuencia está minando tanto la vida de los ciudadanos como la confianza que estos tienen en las instituciones.
-¿Ha visto este nivel de crimen organizado, extorsión, inestabilidad política y corrupción en otras partes del mundo?
No son problemas que se den en todo el mundo de la misma forma. Hay algunos problemas o cuestiones que se dan en todo el mundo. Muy a menudo, los retos medioambientales, el auge del populismo, los retos a las libertades que muchos países dan por sentadas, y también la inmigración. Los desafíos que encontramos en el Perú también los hemos visto en algunos otros países sudamericanos, aunque incluso allí tienen causas diferentes. Lo que encontramos en el Perú, los desafíos de este momento, parecen ser claramente peruanos. Y nuestro trabajo en el programa es abordar estos temas, escuchar las ideas y difundirlas por todo el mundo.
-¿Cómo queda la reputación internacional del Perú después de la última caída presidencial?
No creo que la destitución de la presidenta Boluarte haya sido una gran sorpresa para los gobiernos de todo el mundo, dada su profunda impopularidad y la naturaleza del apoyo que le brindaba el Congreso. Lo que creo es que solo se puede seguir cambiando de presidentes y primeros ministros durante un número determinado de años. Solo se puede tener un nivel de delincuencia tan alarmantemente alto durante un tiempo determinado sin que empiece a minar la confianza de las empresas para invertir. Y, por supuesto, el Perú es un país que depende en gran medida de la confianza internacional en lo que respecta a su industria extractiva. Y la gente quiere saber que se respetará y se aplicará la ley y que los gobiernos permanecerán el tiempo suficiente para mantener las instituciones que pueden hacerlo. Por lo tanto, no estoy seguro de que haya una gran repercusión internacional por la destitución de otro presidente, pero hay un efecto acumulativo en una crisis política prolongada de inestabilidad y cambio.
-¿Ve elementos en común en cuanto a los problemas actuales de Latinoamérica?
Sé que en muchos sitios se habla de Europa, Latinoamérica, Asia. Yo no pienso así. Los países son muy diferentes dentro de estas regiones. Hay algunas cosas que los unen. Está el problema de las drogas. El problema de la corrupción. Pero también hay muchas diferencias importantes. Por eso no suelo pensar en ellos como grandes bloques regionales. Cada país tiene sus propios problemas, sus propias ventajas, su propia historia, su propia cultura. Y creo que es un problema de los europeos ver a Latinoamérica, África o Asia como si fueran un solo lugar. No lo son.
-Ha viajado por muchos países grabando su programa. ¿Ha encontrado algo en común entre los ciudadanos que se animan a participar del debate público?
Creo que cuando vas más allá de la clase política, y este es el objetivo del programa, y haces llegar las preguntas del público a la clase política, a los analistas, a los comentaristas. Cuando vas más allá, ves muchas cosas en común. Surgen los mismos tipos de problemas. El coste de la vida es un reto en todas partes. La inmigración, la vivienda, el medio ambiente. Esos problemas conectan al mundo. Y es fascinante escucharlos una y otra vez. Y luego están las diferencias culturales, que forman parte de la asombrosa riqueza del mundo en el que vivimos. Una de las cosas más emocionantes del programa es que llegamos con nuestras propias ideas sobre lo que creemos que nos van a preguntar y de repente nos hacen otras preguntas y llegan todas estas ideas diferentes. Por eso es tan emocionante. Porque el programa no lo dirijo yo con mis torpes ideas. El programa lo dirige el público.

(Foto: Hugo Pérez / El Comercio)
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-Una de las preguntas que planteó en la presentación del programa en el Perú es: ¿puede Perú restaurar el orden público sin sacrificar los derechos humanos? ¿Cree que los derechos humanos han perdido importancia a nivel internacional en los últimos tiempos?
En términos generales, sí. Creo que, a lo largo de mi conciencia política, no voy a hablar de mi edad, pero creo que probablemente en la década de 1990 y principios de la del 2000 se les daba más importancia. Se hacía más hincapié en la importancia de los derechos humanos. Y ahora, por diversas razones, en parte por la delincuencia, el populismo, la política identitaria y la reacción contra ella, lo que entendemos por derechos humanos está quizás sometido a más presión y cuenta con menos protección por parte de muchos miembros de la clase política. Las cuestiones mundiales han viajado a docenas de países a lo largo de muchos años.
-¿Por qué cree que un programa de debate como el que conduce sigue siendo relevante para las audiencias de estos tiempos?
Porque las preguntas provienen de la gente. Y, para ser sinceros, no se trata solo de las preguntas. Tres o cuatro veces en cada programa nos dirigimos al público y les preguntamos: “¿Qué opinan?”. Ahí es donde está el fuego del programa. No queremos tener una serie de discusiones y gente gritándose unos a otros. Queremos más luz que calor. Pero cuando alguien te cuenta su historia personal y cómo se relaciona con lo que estás hablando, la política se vuelve real. Y para mí, esa es la razón por la que esto funciona en todo el mundo. Quiero decir, en algunos países mejor que en otros. Algunos países no tienen una cultura de cuestionar a sus políticos. Espero que Perú sí la tenga.
-También es clave el ejercicio de escuchar a los otros, sobre todo ahora que vemos un aumento de discursos populistas y absolutistas…
Sí, creo que escuchar es parte importante de mi trabajo. Necesitamos escuchar. Pero también se necesitan políticos valientes que puedan decir a sus votantes: “Estas son las decisiones difíciles que tenemos que tomar”. Entiendo lo que impulsa el populismo, pero no estoy seguro de que sea la política más honesta del mundo. Creo que hay decisiones difíciles que hay que tomar.
Amplia difusión
La edición en el Perú del programa World Questions de la BBC World Service se difundió en la radio del World Service en inglés, el canal BBC News y el canal de YouTube de BBC World Service. Estará disponible en línea, en BBC Sounds y en la mayoría de las otras plataformas de pódcast.
-¿Tiene algún momento favorito de los programas que ha grabado alrededor del mundo?
Recuerdo muy bien que en Marruecos y en Líbano el público se levantó y preguntó: “¿Por qué tiene que venir la BBC para que podamos tener este debate?”. Y no es que nos estén alabando, sino que están criticando a sus propios políticos. Y en ese momento piensas: “Por eso me hice periodista”. Para fomentar el debate democrático, para formar parte de ese debate. No estoy aquí para decirle a la gente cómo debe debatir. Estamos aquí para fomentar el debate y ayudar al mundo a comunicarse entre sí. Así que, cuando eso ocurre, todo el trabajo, los viajes y el extraño tipo de vida que llevamos valen la pena.
-Se habla mucho de una crisis global del periodismo en tiempos de escasez de recursos y pérdida de la confianza de las audiencias. ¿Cómo acercarlo a los ciudadanos?
Es muy difícil. En cierto sentido, el periodismo nunca ha sido tan fuerte gracias al teléfono con el que estás grabando esta entrevista, porque ahora hay muchas fuentes de información diferentes. Pero, como sabemos, esa información sigue necesitando un filtro. Sigue necesitando una verificación. Sigue necesitando que alguien diga: “¿Es eso realmente cierto?”. Sigue necesitando que alguien la ordene y la seleccione. Los viejos tiempos parecían maravillosos, pero no creo que quiera volver a la época en la que había una o dos emisoras y todos los demás se limitaban a aceptar lo que se les daba. La pluralidad de opiniones que tenemos ahora es fascinante. Mi preocupación es que la comprensión que tiene la gente de lo que hacemos y por qué lo hacemos se está viendo mermada por el aluvión de información que reciben, y que el valor del trabajo de los periodistas se está viendo erosionado. Además, hay una falta de comprensión sobre por qué hacemos lo que hacemos y cómo lo hacemos.
-¿Qué rol tiene la inteligencia artificial en el periodismo?
Creo que aún es muy pronto para saberlo. a BBC está trabajando de forma lenta y muy cuidadosa con la IA en este momento, principalmente como herramienta de recopilación y de investigación. El riesgo es que aumente enormemente la cantidad de información, esa avalancha de basura que nos llega, y que no seamos capaces de contrarrestarla, entenderla y clasificarla. Pero, de nuevo, al igual que la anterior ola de disrupción, puede que sea algo que nos ayude. Es difícil saberlo por ahora.
-Teniendo en cuenta su visión global y su acercamiento a ciudadanos de todo el mundo, ¿qué le da esperanza para el futuro?
Hay mucha esperanza. En el Perú hay mucha esperanza en que el país pueda rescatarse de un desastre inminente, que pueda mejorar su situación y ofrecer un nivel de vida mucho mejor. Son tiempos difíciles y desafiantes, pero también son tiempos estupendos y liberadores. Tiempos en los que personas de todo el mundo pueden hablar entre sí y organizarse. Así que creo que hay mucho por lo que tener esperanza. Pero probablemente hay que concentrarse en ello, buscarlo. Es fácil dejarse llevar por las voces pesimistas. Y en la BBC somos muy conscientes de que todas las noticias que producimos son una especie de torrente de pesimismo. Y la vida no es así. Hay cosas maravillosas. Descubrimientos médicos, científicos, grandes avances, gente que se hace más rica, gente que goza de mejor salud, gente que comprende más. No podemos permitirnos quedar atrapados en una especie de círculo vicioso de pesimismo. Y espero que no lo hagamos. Creo que los medios de comunicación tienen la responsabilidad de mostrar lo bueno junto con lo malo.