Ernesto Álvarez, el borrador. Crónica de – El reportero andino

Borrar sus cuentas l: ‘Sé que lo que he dicho es un obstáculo para dialogar’. Lo que no sabemos es si de veras se arrepiente de algo que haya dicho. Que haya jurado en la víspera de la marcha del 15 de octubre fue puro ‘bad timing’. Uno de los últimos posts de la cuenta vaciada decía esto: “La ‘movilización’ del 15 no es de protesta social sino un intento subversivo para acabar con la democracia y forzar una asamblea constituyente ‘bolivariana’”.

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Héctor Villalobos

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Una más, no capturada antes del borrón digital, sino de su imborrable última columna publicada en el diario “Expreso”: “El mayor problema sigue siendo la montonera que, de manera inconstitucional, lleva al sillón de Pizarro a cualquiera, sin más normatividad que los reportajes militantes de la TV, sin mayor racionalidad que la violencia desatada en la calle, disfrazada de ‘protesta social’, que recluta a estudiantes eternos, barras bravas y a desocupados de la ciudad y del campo”. En otro pasaje, dice, interpretando la coyuntura: “…la prensa y las montoneras de siempre van escribiendo el libreto a gusto del financista, a punta de piedra y molotov”. Tras esa generalización, ¿cómo salvar del montón conspirativo a un grupo para dialogar, a un matiz para concertar, a un detalle para pactar?, ¿cómo convertir en pocas horas a un incendiario en un bombero?

Ernesto Álvarez acusó de la violencia a un grupo minoritario que quiere llegar al poder. (PCM)

Ernesto Álvarez acusó de la violencia a un grupo minoritario que quiere llegar al poder. (PCM)

Ernesto, antes de su borrón y trémula cuenta nueva, fue resultado, a su vez, de otros borrones ajenos. Jerí, sus atribulados operadores y políticos que quisieron ayudarlo, sondearon a varios que se excusaron. Antes de recalar en Álvarez, se entusiasmaron con Jesús Salazar Nishi, exlíder de la SIN, y luego con Ricardo Márquez, exvicepresidente de Fujimori y exlíder empresarial. Juan Sheput también fue sondeado y no aceptó. Entonces, todo se decantó a favor de Ernesto. El PPC, según me ha contado su presidente, Carlos Neuhaus; no sugirió el fichaje ni este es cuota partidaria. Se enteraron cuando el propio Álvarez los llamó para pedirles licencia, pues era presidente de la comisión consultiva del partido. Roberto Chiabra, la carta del PPC para el 2026, que se había ofrecido para ser elegido en lugar de Jerí, no fue convocado. De hecho, era una mejor carta, si aceptaba.

Fruto del descarte y del borrón de cuenta; este primer ministro es una incógnita. Debió estar desde que juró en el centro del candelero, pero sacó las manos del fuego y calló. Su prestigio conservador por haber presidido el TC por entre el 2012 y el 2013 no basta para sostenerlo. El jueves 16 acompañó a Jerí en su corta participación en el Congreso y este lo dejó coordinando el respaldo de las bancadas para evitar la censura contra la mesa que se hubiera traído al gobierno abajo. Poco tuvo que hacer, pues el Congreso ya había decidido salvarlo. Más chamba tuvo el general Vicente Tiburcio, el ministro del Interior, que fue lanzado a los leones a explicar a la vez medidas urgentes contra la inseguridad ciudadana

Hasta que el jueves en la noche por fin oímos el debut del primer ministro Ernesto con un nervioso hilo de voz baja, resumiendo la precaria situación del gobierno, mordiéndose los labios para no generalizar la protesta y, en lugar de eso, decir que hubo una marcha política con un ‘grupo de revoltosos’. Y así Ernesto aprendió que una cosa es con guitarra y otra cosa es con fajín y la realidad no es tan simple como la pintaban sus borrados posts: que las marchas, además de ‘piedra y molotov’, pueden incluir policías encubiertos que disparan a quemarropa y que el comandante general de la PNP desinforma al ministro del Interior, que a su vez desinforma al presidente, que a su vez desinforma a la nación. Y nosotros aprendimos que don Ernesto es un sereno caballero calvo, de muy buenas maneras, que se desmelena cuando escribe, y que vivimos en un caos político e institucional con muchos más matices que los de la realidad maniquea descrita en las líneas borradas del Dr. Álvarez Miranda.

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