Los últimos 55 años han sido claves para el desarrollo de América Latina y El Caribe. En medio abruptas crisis económicas y políticas, la región latinoamericana registró un crecimiento del PBI de 40% en dicho período, mientras que la economía caribeña creció un 16% en el mismo lapso de tiempo, en medio de importantes avances en la reducción de la pobreza, una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, y una consolidación de los procesos democráticos en la mayoría de naciones. Aún así, han persistido desafíos en el camino que representan un reto para la región.
En este contexto se situó el último Reporte de Economía y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo de América Latina y El Caribe (CAF), que celebra su vigésima edición (RED 20). Tras su lanzamiento, realizado en el edificio histórico de El Comercio, este Diario conversó con Sergio Díaz-Granados, presidente de CAF, sobre los retos que asumirá la región en el mediano plazo, así como las oportunidades que se vislumbran en medio de los acelerados avances digitales.
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- Hay un gran desafío económico en la región que han resaltado desde CAF, que tiene que ver con la pérdida de relevancia de Latinoamérica y El Caribe en el mundo, y la obsolescencia de la región, que se presenta como un riesgo latente. ¿Qué recomendaciones tienen para cambiar ese panorama?
Lo primero es concentrarnos en las fortalezas que tiene América Latina de capital natural y recursos naturales, y tratar de hacer mejor uso de estas fortalezas en los próximos años; es decir, preservar mejor nuestros recursos y avanzar en la tecnificación y en su mejor uso. Tenemos minerales, metales, gas; tenemos la oportunidad de hacer una transición energética justa y de impulsar una gran fase de crecimiento, con más inclusión y más sostenible. Creo que esa es la reflexión de fondo que quisimos dejar con el Reporte de Economía y Desarrollo de 20 años.
- ¿Latinoamérica debería pasar a ser no solo una fuente de materias primas, sino también darle un valor agregado a ese recurso? ¿Podemos ir hacia ese camino?
Creo que esa es la ruta para crecer con inclusión social y sostenibilidad. Si mejoramos nuestra matriz energética y electrificamos más, podemos agregarle ese sello a la producción de nuestros bienes y servicios. Si vamos a ir, por ejemplo, por el camino del uso de nuestros metales para la transición energética, la aspiración debe ser a no exportar esas materias primas sin ningún tipo de valor agregado, sino ir por un camino distinto al que hemos usado en los últimos 20 años.

Sergio Díaz Granados, presidente ejecutivo de CAF (Foto: Julio Reaño/GEC)
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- Usted reflexionaba en su presentación sobre un texto que leyó de Josep Piqué en el que se enfatizaba el ciclo de repetición de la historia, algo que se puede trasladar fácilmente a América Latina y El Caribe. ¿Qué diría usted que hace o busca hacer CAF para frenar ese círculo vicioso y colaborar con un proceso de transformación que se consolide?
Teníamos esta reflexión de conversaciones pasadas con Josep Piqué y con ‘Joselo’ García [José Antonio García Belaúnde], que trabajaba también con nosotros en CAF, de cómo evitar la irrelevancia de América Latina. Y justamente la reflexión era sobre las capacidades que tiene la región. Uno de los recursos más importantes de la región es su recurso humano. Tenemos hoy 250 millones de jóvenes, niños y niñas en América Latina. Es una semilla muy importante; América Latina todavía tiene un porcentaje importante de su bono poblacional que tiene que utilizar. Tenemos una gran oportunidad que no está ya tan presente en los países del norte, pues vemos el promedio de los países de la OCDE y cómo ya van llegando con poblaciones mayores a los 65 años, que están entre el 20% y el 25%. En América Latina es el 8% [la proporción de población mayor a 65 años]. Entonces, tenemos todavía un bono poblacional. ¿Cuánto dura eso? 25 años, probablemente. Se tiene que aprovechar ahora. Tenemos que utilizar esta transformación digital y políticas públicas más audaces para mejorar el talento de nuestros niños, niñas y jóvenes, porque ahí está el corazón del crecimiento de América Latina y el Caribe.
- Un gran riesgo que usted también mencionó respecto a los 250 millones de jóvenes que hay en la región es que, de ese grupo, por lo menos 20 millones son ‘ninis’ (que ni estudian ni trabajan) y hay otros 24 millones que están muy poco preparados. ¿Cómo enfrentar también este desafío desde ya?
La reflexión aquí es tratar de cerrar esa brecha lo más pronto posible. Distintas políticas públicas se podrían implementar en todos los países. Podríamos trabajar, por ejemplo, en programas de información técnica mucho más rápidos; podríamos abrir mucho más los sistemas educativos para incorporar al sector privado con mejores infraestructuras, con docentes más preparados, que ayuden también en la mejora de los [docentes] que ya están presentes. Al final del día el eje también van a ser las maestras y los maestros, que también tienen que mejorar.
- Sin buenos profesores es difícil avanzar.
Todos tenemos que mejorar, y en todas las direcciones. Tenemos que mejorar la infraestructura educativa, y los gobiernos están gastando recursos importantes. Ahora la pregunta es cómo podemos hacer ese gasto más eficiente, más eficaz; cómo logramos que ese gasto cubra no solamente las cantidades, sino también la calidad.
“Tenemos que utilizar esta transformación digital y políticas públicas más audaces para mejorar el talento de nuestros niños, niñas y jóvenes, porque ahí está el corazón del crecimiento de América Latina y el Caribe“.
Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF
- Además de los tres pilares mencionados por CAF en el RED 20 para alcanzar el desarrollo sostenible (prosperidad económica, inclusión social y sostenibilidad ambiental), también se habló de sectores económicos que deben consolidarse en la región en los próximos años. En el Perú, ¿qué sectores identifica como los más atractivos, o los que se deberían impulsar con más inversión en el mediano y largo plazo?
Creo que Perú tiene unos fundamentos productivos muy importantes que deben crecer, que se pueden hacer mejor. Pensemos en la agricultura. Hay varios productos de la región producidos en el Perú con niveles de excelencia. Tenemos que lograr que eso sea así para el resto de los sectores.
- Ahí está la agroexportación, a la que le va muy bien, y a la agricultura familiar, que lamentablemente no está al mismo nivel.
Y se trata de agricultura a la que no hemos logrado llegar todavía con bienes públicos o semipúblicos; que puede [crecer] más. Tenemos un margen para hacer más y mejor lo que ya sabemos hacer, y eso pasa en casi todos los sectores: minería, agricultura, turismo. Luego, hay que pensar en nuevos sectores en el Perú que puedan agregarle más dinamismo a la economía. Muchos van a estar asociados, por ejemplo, a los ‘data centers’.
- ¿Y a la exportación de servicios?
Sí, pero sobre todo conectar energía con lo digital. Eso es clave para países que son energéticos, como el caso del Perú, o inclusive como Bolivia, que tiene también una base importante. Tenemos una base energética muy grande, que es lo que el mundo necesita para continuar con la revolución digital. Todas las reflexiones apuntan a hacer bien lo que ya sabemos hacer, pero también entrar en los nuevos sectores. Y esos nuevos sectores van a demandar lo que el Perú tiene. Va a demandar recursos jóvenes y, por supuesto, recurso humano y talento. Tenemos que trabajar más, pero también se va a requerir más energía. Entonces, pensemos en ‘data centers’.
Hace tres semanas se anunciaron inversiones multimillonarias en Estados Unidos para hacer ‘data centers’. Pero es una inversión que no solamente es para Estados Unidos, tiene que ser para todo el mundo, porque estos ‘data centers’ van a tomar data de todo el mundo para seguir aportando a la revolución digital. Ahí tenemos una oportunidad en Sudamérica y particularmente en el Perú, por la ubicación.
- ¿A usted le parece que este es el siguiente paso que debe dar el Perú para entrar a la ola de revolución digital?
Atraer [las inversiones en ‘data centers’] yo creo que hoy es una necesidad, y los marcos regulatorios van a tener que estar disponibles para eso […]. Cada consulta que hacemos en ChatGPT, en Copilot o en cualquier plataforma conectada a inteligencia artificial demanda energía y demanda agua. La pregunta es cómo podemos racionalizar nuestros recursos bien, usarlos bien y conectarlos con esta revolución digital. Yo creo que ahí viene una de las palancas de crecimiento económico para el Perú hacia adelante.

El presidente ejecutivo de CAF, Sergio Díaz-Granados. (Foto: Julio Reaño/GEC)
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- De lo que usted ha podido ver, ¿el Estado ya tiene la mirada puesta en eso?
Creo que, en general, la discusión en América Latina todavía es incipiente. Está comenzando a fraguarse. Esta es, además, una discusión que es público-privada, y es parte de lo que queremos hacer con nuestro foro económico para América Latina: establecer esas alianzas entre el sector público y el privado, para que este proceso de crecimiento que viene de inversiones en todo el mundo para la revolución digital pase en América Latina también.
Y, por supuesto, cuidemos lo que tenemos, porque no se trata de abandonar un sector productivo para encauzar el otro, o de escoger un sector ganador y luego tener otros perdedores.
- Todo esto requiere, sin duda, de grandes inversiones; y por parte del Estado, se requiere también de responsabilidad fiscal. ¿Cómo enfrentar el reto de la sostenibilidad fiscal en América Latina y el Perú, considerando que al menos aquí tenemos casi tres años en los que no hemos estado al nivel deseado?
Yo creo que América Latina es un ‘vaso medio lleno, medio vacío’. El vaso medio lleno es la solidez financiera de los bancos en la región. Tener bancos centrales que tienen capacidad de disciplina monetaria es importante. Por supuesto, las reglas fiscales y de disciplina fiscal en muchos de los países de la región dependen de instituciones establecidas, y más del 30% de la región tiene hoy estas entidades vigentes; más o menos la misma proporción que hay a nivel mundial. Estamos en una evolución [en la región] en la parte de disciplina y de ambiente macroeconómico que es muy importante.
Cuando lo vemos en el Perú, aún más: el Perú tiene una inflación controlada, tiene un déficit fiscal controlado, y las tasas de crecimiento se mantienen -si bien no son las más altas de la región, tampoco son las más bajas-. Yo creo que eso es muy importante, porque la estabilidad ahí es un predictor muy importante de lo que podemos hacer más adelante en flujos de inversión.
- ¿Qué se viene por ese lado?
Los flujos de inversión se han caído a nivel mundial porque hay una reconfiguración del tablero. El comercio y la inversión van de la mano. Cuando el tablero se recompone, y se ha visto golpeado, se golpean también los flujos de inversión. Hay una realidad que no podemos mirar solamente desde nuestro ombligo. Hay que ver el contexto de estas megatendencias a nivel mundial, donde hay una fractura de los bloques [China y Estados Unidos] y ello fractura también los flujos de inversión a nivel del comercio. Pero tenemos que encontrar nuevamente nuestra ruta en esta realidad, en medio de esta megatendencia que es el desplazamiento del centro de crecimiento económico mundial de occidente a oriente; o esta reconfiguración norte-sur, que se viene dando en los últimos 20 años con gran fuerza.
No podemos ignorar la estrategia de los países -del Perú en particular- frente a esa realidad, que es global. Ahí es donde nosotros podemos hacer el mayor esfuerzo para capturar esos flujos de inversión nuevamente, identificar dónde están las oportunidades y avanzar en ello.

Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF (Foto: Fundación Gabo)
- Como también ha destacado usted, en medio de tanta incertidumbre comercial, liderada ahora por el presidente Donald Trump, el gran reto en adelante es cómo construir y fortalecer al comercio en ese panorama. ¿Cree que el mundo puede retomar el camino de la globalización, que hoy parece estancado?
No podemos mirar el futuro viendo el pasado, a la vez, con nostalgia. No nos ayudaría a tomar decisiones. Creo que lo más importante es ver esta realidad y observar a esas dos potencias que están en crecimiento y en enfrentamiento. Hay que ver cómo el mundo se ajusta a esa realidad y cómo vamos generando los aliados que necesita América Latina; cómo reforzamos nuestra relación con Asia-Pacífico, pero también con Norteamérica y con Europa; cómo vemos el ascenso de África como un mercado que va a tener los próximos 50 años una una población joven grande, pues es el continente más joven hoy y de más rápido crecimiento demográfico. Habrá también en África una realidad que no podemos ignorar desde Sudamérica, y particularmente los países de la región tenemos una gran capacidad de influencia en esa órbita también. Lo que yo puedo reflexionar sobre América Latina es que nosotros no podemos estar en disputa, ni tampoco en una disyuntiva de escoger con quién estamos. Nos toca trabajar con cada uno en las oportunidades que [China o EE.UU.] ofrezcan.
Sí, y entender que las reglas globales que trabajamos durante tanto tiempo van a sufrir un cambio, y esos cambios obligan a un ajuste también del lado nuestro.
- Tenemos procesos electorales que se aproximan en Perú, Chile y Colombia. ¿Qué se viene para la región? ¿Tiene usted una mirada optimista al respecto?
Creo que lo importante es que los ciudadanos tienen hoy la opción de escoger. Es lo más importante. Lo hemos visto en todos los procesos recientes… preservar las elecciones como un mecanismo donde los ciudadanos ventilan todas sus expectativas, sus esperanzas, [es una necesidad]. La política siempre tiene estos ciclos de esperanza y desilusión, y lo que está entre uno y otro son las elecciones. Lo que es importante es que tengamos esto como un mecanismo de solución de conflicto. Las elecciones tienen que servir para generar más consenso al interior de las sociedades, para buscar la manera de sellar las diferencias y de poder soñar con un futuro más próspero.
- Usted ha comentado que la región tiene mucha desafección a la democracia, algo ciertamente peligroso en el corto y mediano plazo, ¿qué cree que se puede hacer para revertir este escenario?
Yo creo que lo primero es entender la disrupción de las tecnologías en la democracia. Esa es una reflexión que han hecho muchos pensadores recientemente: cómo la intermediación que antes hacían los partidos políticos entre el ciudadano y el gobierno ha cambiado por la disrupción de la tecnología y las redes sociales. La disrupción tecnológica es una realidad. En segundo lugar, hay una acumulación también de esperanza o de promesas no cumplidas. Y eso ha generado, justamente, un déficit de confianza. Es un tema también de recalibrar y entender qué es realmente posible y comenzar a tener un diálogo en base a ello; aprovechar las redes sociales, incluso tener un diálogo mucho más estructurado y sincero sobre lo que es posible y lo que no es posible para que los ciudadanos no sientan desilusión, que es tal vez uno de los problemas más graves que puede erosionar la base o el soporte a las instituciones.
Hay ahí algunas reflexiones que hemos venido construyendo desde el banco junto con el PNUD para fortalecer el sistema democrático, porque tal vez es el mejor sistema entre los que hay. Esto es lo mejor que tenemos y hay que procurar mejorarlo. Y de esa manera [debemos apuntar a] conseguir una democracia más ajustada a la realidad tecnológica en el siglo XXI. Más proximidad con el ciudadano, más confianza, más información, más transparencia en las decisiones; todo eso va a ayudar muchísimo a recuperar esa confianza en las elecciones democráticas.