Mediante sus redes sociales, la Municipalidad de Lima (MML), a cargo del alcalde Rafael López Aliaga, anunció la intención de crear el proyecto denominado vía Próceres–Wiesse en el distrito de San Juan de Lurigancho (SJL). La propuesta busca reducir el tiempo de viaje (que actualmente puede extenderse hasta dos horas) a solo 30 minutos y mejorar la circulación peatonal y vehicular en una de las zonas más pobladas de la capital, donde viven miles de personas.
Según la comuna limeña, un millón de personas se verían beneficiadas con esta obra. El plan contempla la construcción de cuatro viaductos elevados para que los vehículos particulares circulen con mayor rapidez. No obstante, dirigentes del servicio del Corredor Morado ya han advertido que este proyecto terminaría favoreciendo principalmente a la informalidad en el transporte, en lugar de resolver los problemas estructurales de movilidad en el distrito.
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Vía rápida Wieese-San Juan de Lurigancho. Foto: Andina
En ese sentido, se requiere de una buena planificación, pero tras los antecedentes de las obras de la comuna limeña, esto parece ser una idea nacida de la improvisación. Partiendo desde el hecho que se necesitarían varios meses de estudios para evaluar si es que realmente se necesita esta vía.
El exministro de Transportes y Comunicaciones (MTC), Carlos Estremadoyro, se pronunció sobre la denominada vía Próceres–Wiesse. Aunque reconoció que toda iniciativa de infraestructura parte de una buena intención, advirtió que el proyecto podría terminar generando conflictos con el transporte público que ya funciona en la zona, en particular con la Línea 1 del Metro y sus servicios alimentadores.
Vía rápida Wiesse favocerería al transporte informal
El tramo proyectado busca cubrir 3,6 kilómetros. En ella actualmente operan servicios formales de transporte como la Línea 1 del Metro de Lima y el propio Corredor Morado. Sin embargo, en paralelo también circulan colectivos y cústers informales que absorben parte de la demanda insatisfecha. Especialistas consultados por La República calificaron la iniciativa como un retroceso para la movilidad urbana.
Hasta el momento, solo existen planos iniciales y algunos lineamientos generales, pero no hay un expediente técnico ni propuestas concretas que permitan determinar con precisión el impacto de la obra. Pese a ello, se especula que la construcción podría comenzar a finales de este año. Antes de dar luz verde a una obra de esta magnitud, resulta indispensable contar con estudios de flujos y de tráfico que permitan dimensionar el impacto real en la movilidad.
“Una cosa es retirar a los vehículos particulares, pero no sé si estos son realmente los que generan la mayor parte del tráfico. El transporte público, que cubre tramos cortos y de alta demanda, podría seguir generando congestión”, señala Estremadoyro.
En esa línea, sugirió la posibilidad de implementar servicios expresos para el transporte público, al estilo del Metropolitano, de modo que ciertas unidades puedan ingresar a la vía rápida en un punto y salir en otro específico. Esta medida permitiría reducir la presión sobre las vías inferiores y, al mismo tiempo, agilizar la movilidad de los pasajeros.
Demanda insatisfecha en San Juan de Lurigancho
El exministro también subrayó que la persistencia del transporte informal se explica por la demanda no cubierta por el sistema formal. “Mientras haya pasajeros insatisfechos, habrá oferta informal. Si no se refuerza el transporte público con unidades de mayor capacidad, el problema persistirá”, advirtió.
Para el exministro, es indispensable priorizar el transporte masivo por encima del uso de autos particulares, pues estos últimos movilizan a menos personas, generan contaminación y agravan la congestión.
Coordinación institucional y riesgos de ejecución
Otro de los puntos críticos mencionados fue la necesidad de coordinación entre la Municipalidad de Lima y la Autoridad de Transporte Urbano (ATU). Puesto que, en el pasado, la falta de articulación entre autoridades derivó en obras inconclusas o de escaso beneficio para la población.
“La ATU debería ser un órgano técnico, abstraído de disputas políticas. Sin coordinación, se corre el riesgo de repetir errores como los de la Línea Amarilla, que quedó inconclusa al llegar al límite con el Callao”, sostuvo.
En cuanto a los plazos de ejecución, el experto explicó que, en condiciones óptimas, una obra como esta podría demorar entre uno y dos años. Sin embargo, alertó que existen factores de riesgo que podrían ocasionar retrasos considerables, sobre todo en una zona donde abundan tuberías, redes de agua, desagüe y otras instalaciones subterráneas.
“Muchas veces se empiezan obras sin tener identificado todo lo que hay debajo. Eso genera conflictos, demoras y mayores costos. Antes de iniciar, se debe contar con un estudio completo de interferencias”, concluyó.
Un reto pendiente en la movilidad limeña
El anuncio de la vía Próceres–Wiesse ha generado expectativas entre los vecinos de San Juan de Lurigancho, quienes a diario enfrentan largos viajes hacia el centro de Lima y otros distritos. Sin embargo, la propuesta también despierta dudas por sus posibles impactos negativos en el transporte público y por la falta de información técnica que sustente que será una verdadera solución.
De momento, el aproyecto avanza solo a nivel de idea preliminar, sin estudios concluyentes ni plazos oficiales. Por lo que se espera una idea concreta y más analizada sobre el mismo.
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