El historiador Antonio Zapata critica la censura al libro de Víctor Polay en la FIL. Zapata argumenta que nadie ha censurado los libros de los otros protagonistas de lo que él llama “los tres ciclos de violencia política: el aprista (1930-1948), el guerrillero (60) y el de Sendero-MRTA (1980-1992)”. Lo que el historiador y la izquierda en general no entienden es que son ciclos muy distintos entre sí, casi incomparables. Mientras el APRA se opuso a un veto militar, reclamando elecciones libres, Sendero y el MRTA se levantaron contra un gobierno democrático, proponiendo la lucha armada. Quemar ánforas es lo opuesto a llamar a elecciones. Y matar a pedradas a civiles quechuahablantes y mujeres andinas es también lo opuesto a tomar un cuartel militar o planear el magnicidio de un tirano. Porque Sánchez Cerro, Benavides y Odría fueron dictadores, a diferencia de los demócratas Belaunde y García. También hay una gran diferencia entre la persecución a presos políticos en los 30, encarcelados sin juicios, en tiempos pre-CIDH, y las sentencias firmes que tienen los senderistas, quienes no dudan en reclamar por sus derechos humanos.
Nadie le ha prohibido a Víctor Polay que publique libros. Además, no puede haber censura de un libro que ya se ha publicado varias veces y que puede leerse gratuitamente en Internet. No hay censura, pero tampoco hay discusión. Porque la izquierda burguesa y acomplejada no confronta ni cuestiona la narrativa de Polay, pero tampoco tiene el valor de decir abiertamente que piensa igual, que coincide y que, muy en el fondo, lo admira porque él sí se mandó, él sí se atrevió a llevar a la praxis lo que para ellos fue pura teoría. Esa izquierda prefiere escudarse tras frases grandes como “tolerancia”, “discusión de ideas” y “libertad de expresión”, que en realidad son lo último que le importa de todo este tema.
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