
En el marco de las celebraciones por Fiestas Patrias y ante el Congreso de la República, la presidenta Dina Boluarte dio su mensaje a la nación, pero dejó de lado la mención que su gobierno suscribirá un contrato para la compra de 24 aviones de combate, una medida destinada a transformar la capacidad operativa de la Fuerza Aérea del Perú.
Según el discurso escrito, la mandataria peruana tenía proyectado explicar que la adquisición de estas aeronaves fue incorporada como una prioridad tras identificar la necesidad de fortalecer la defensa nacional ante los retos actuales.
La renovación de la flota de combate responde, según se conoce por voceros del gobierno, a la urgencia de reemplazar los antiguos Mirage 2000, que fueron incorporados a la Fuerza Aérea durante la década de 1980 y han quedado rezagados frente a los avances tecnológicos en el sector militar.

Pese a que no lo mencionó en su discurso, se sabe que el contrato prevé la incorporación de aviones de combate de última generación, capaces de operar en múltiples escenarios y con sistemas de armas avanzados. Aunque el modelo no fue detallado oficialmente en el mensaje presidencial, trascendió que el Gripen E, un caza supersónico de origen sueco, figura como uno de los principales candidatos al proceso de selección.
La operación prevista representa una de las inversiones más elevadas en materia de defensa durante las últimas décadas. Los estimados preliminares hablan de un presupuesto que supera los tres mil millones de dólares, lo que desató reacciones encontradas en diferentes sectores políticos y sociales.

Defensores del proyecto aseguran que la modernización de la Fuerza Aérea es impostergable, ya que la seguridad del espacio aéreo peruano depende de contar con tecnología capaz de responder a amenazas contemporáneas. Además, resaltan que los países vecinos han iniciado procesos similares, lo que sitúa a la región en un contexto de permanente actualización de capacidades defensivas.
Por su parte, algunos parlamentarios y representantes de organizaciones civiles manifestaron su preocupación por el impacto de esta medida en el presupuesto nacional. Argumentan que existen demandas sociales pendientes en áreas como salud, educación e infraestructura, y que la adquisición de aeronaves debería ser sopesada frente a otras prioridades del país.
Entre las opciones evaluadas por las autoridades peruanas figura el Gripen, desarrollado por la empresa sueca Saab. Esta aeronave está diseñada para superar los 2.400 kilómetros por hora, lo cual la coloca entre los equipos más veloces de su clase. Los Gripen ofrecen tecnología de radar moderna, integración de sistemas de armas de alta precisión, y la capacidad de realizar misiones en condiciones climáticas adversas.

Expertos destacan que, a diferencia de los Mirage 2000, estos nuevos cazas pueden operar desde pistas cortas y requieren menor logística de mantenimiento, lo que facilita su despliegue en situaciones de emergencia. Su versatilidad, además, les permite asumir tareas de reconocimiento, patrullaje y defensa además del combate convencional.
Si bien el proceso de adquisición no está cerrado, y se barajan otras alternativas como el F-16 de fabricación estadounidense o el Rafale francés, el pronunciamiento de Boluarte refleja una decisión política orientada a renovar la capacidad operativa aérea del país.
En la región, otros países han concretado compras similares en los últimos años. Colombia y Argentina incorporaron modernas unidades de combate, mientras Brasil también avanzó en la actualización de su aviación militar. Esta tendencia impulsa la presión para que Perú no permanezca rezagado frente a sus pares y garantice una protección adecuada de sus fronteras.
La flota peruana de Mirage 2000, adquirida a mediados de los años ochenta, había superado el ciclo de vida recomendado, según especialistas en defensa. Pese a algunas modificaciones aplicadas, los costos de mantenimiento y la dificultad de acceder a repuestos tornaron insostenible su operación en el mediano plazo.