El 13 de junio pasado, día del último Pleno del periodo legislativo que acaba de culminar, el presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, tuvo que postergar por una hora el inicio de la sesión por falta de quorum (10:00 am). De los 59 legisladores que se necesitaban para iniciar la jornada de trabajo, solo 48 registraron asistencia y, de estos, la gran mayoría lo hizo desde la virtualidad.
El trabajo a través de plataformas como Zoom o Meet son de uso frecuente en las sesiones legislativas, al punto de ser hoy una medida habitual, ya sea en los plenos o en comisiones de trabajo, pero esta modalidad, lejos de eliminarse, podría continuar en el próximo congreso bicameral.
Virtualidad en la bicameralidad
Como el Congreso pasará a tener dos cámaras a partir de julio del 2026, requiere contar con nuevos reglamentos. Así, la comisión de Constitución ya cuenta con siete proyectos de ley de los congresistas José Elías Ávalos (3), Martha Moyano (2) y Alejandro Cavero y Patricia Juárez (2) sobre propuestas de reglamento general para el Congreso de la República, como para las respectivas cámaras de senadores y diputados.
En cada uno de los siete proyectos, en lo que respecta al desarrollo de las sesiones, está considerada la modalidad virtual. Un ejemplo de esto es el texto de la congresista Moyano que en su propuesta de reglamento para la cámara de diputados considera:
“Artículo 39. Desarrollo de las sesiones. Para el desarrollo de las sesiones se habilita una sala presencial y una sala virtual, los diputados que no puedan asistir de manera presencial pueden participar virtualmente en estas, utilizando para ello las herramientas digitales o tecnológicas”.
El congresista Elías Ávalos, en su propuesta para el reglamento general del Congreso, plantea en el artículo 42 el funcionamiento virtual del Parlamento, de sus cámaras y comisiones: “Cuando ocurran circunstancias de gravedad que impidan el normal funcionamiento del Congreso o de las Cámaras de Senadores y Diputados, de manera presencial, los órganos mencionados en el artículo precedente podrán sesionar virtualmente. Asimismo, los despachos de Senadores y Diputados y los grupos parlamentarios podrán funcionar de manera virtual o remota, utilizando las herramientas tecnológicas que les facilitará la administración del Congreso”.
El caso del congresista Elías Ávalos es particular pues, según su récord migratorio revisado por RPP, en lo que va del año ha estado fuera del país 29 días entre el seis de enero y el trece de mayo y en la última sesión del Pleno del 13 de junio estuvo ausente, según el acta de asistencia.
La cobertura de El Poder en tus Manos de RPP se contactó directamente con estos congresistas y en algunos casos también a través de su personal de prensa para recoger sus argumentos, pero no obtuvimos respuesta.
Sesiones vacías: una mala costumbre
El reglamento del Parlamento es claro en su artículo 27-A. Señala que “cuando ocurran circunstancias de gravedad que impidan el normal funcionamiento del Congreso, se podrá sesionar virtualmente”, pero los legisladores han hecho de esta excepción una costumbre porque se conectan desde cualquier parte del país o del extranjero sin justificar dicha conexión.
El pasado viernes 4 de julio la congresista María Acuña, presidenta de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, sesionó sola en una sala con capacidad para más de veinte personas. Llevó la sesión mirando al vacío, pues los demás miembros titulares de este grupo de trabajo estaban conectados por Zoom. Horas más tarde en esta sesión llegaron exministros y funcionarios del Ejecutivo, ya que el tema en agenda fue la denuncia constitucional de la presidenta Dina Boluarte y exministros por los delitos de homicidio calificado y otros.
Ese mismo día, en una sala continua, el congresista Juan Burgos, presidente de la comisión de Fiscalización, también llevaba adelante su sesión sin compañía. Sus colegas reportaron su asistencia “vía el chat de la plataforma”.
“Artículo 27-A: Cuando ocurran circunstancias de gravedad que impidan el normal funcionamiento del Congreso, se podrá sesionar virtualmente”
Reglamento del Congreso de la República
Recordemos también que, debido al trabajo en modalidad virtual, más de un congresista se ha visto en un aprieto cuando la tecnología puso en evidencia algunos de sus deslices.
En medio de la sesión de la comisión permanente del 4 de julio del año pasado, el congresista Edgar Reymundo Mercado de la Bancada Cambio Democrático – Juntos por el Perú, dejó su micrófono abierto y luego de que el oficial mayor le pidiera su votación, este respondió: “estoy votando sin saber nada”. En otra sesión del Pleno, un parlamentario que no pudo ser identificado también dejó el micrófono abierto y se le escuchó decir a una persona que tenía cerca: “un ratito mi amor, voy a votar. No me toques, ¿ya?”.
Para el exoficial mayor del Congreso, José Elice Navarro, la virtualidad en el Parlamento debería quedar atrás porque la ciudadanía necesita ver a sus congresistas participando de manera presencial.
“El Perú está pasando por un debilitamiento progresivo de la institucionalidad. Uno de los recursos que se usa en la política en todo el mundo son los símbolos, y un símbolo que la población necesita ver es a la asamblea reuniéndose de manera presencial. La virtualidad podría incluirse en un artículo para casos muy especiales, donde, digamos, un cataclismo, una situación de emergencia obliga al Congreso a trabajar momentáneamente por unos días, digamos, de manera virtual o semi virtual, pero nada más, debía ser una excepción”, opinó.
Un problema que requiere solución
Por su parte, el congresista Fernando Rospigliosi, presidente de la comisión de Constitución, reconoció que la virtualidad es un problema no menor en el seno del Legislativo y dijo esperar que la próxima Mesa Directiva pueda darle solución.
“Con base en la experiencia de este Congreso, creo que debería mantenerse [la virtualidad] por lo menos al comienzo, o sea, hay que ver cómo funciona en las siguientes cámaras. Ahora, hay un hecho que es comprobable fácilmente: los días en que la asistencia es presencial y obligatoria, hay un número muy elevado de congresistas que faltan, entonces para determinadas votaciones calificadas es imposible [votar] porque no alcanza el número de congresistas, entonces es un problema muy serio que yo he palpado cuando he asistido presencialmente a todas las sesiones. En las comisiones de trabajo también se da este problema y la asistencia presencial es baja… y yo espero que sea asumido por el siguiente Congreso”, expresó.
¿Y la millonaria infraestructura de la bicameralidad?
En un informe previo, El Poder en tus Manos dio a conocer el detalle de las cinco obras que el Congreso proyecta ejecutar con miras a instalar la bicameralidad por un valor de S/ 180.9 millones.
Este monto de inversión permitirá renovar, acondicionar y construir nuevas edificaciones para que los senadores, diputados y personal administrativo puedan desempeñar sus funciones en las nuevas instalaciones congresales que incluyen despachos, salas de reuniones y oficinas con todos los equipamientos necesarios.
Con este millonario gasto previsto la pregunta es inevitable: ¿deberían los congresistas seguir legislando sin asistir presencialmente en el próximo Congreso bicameral? El constitucionalista Alejandro Rospigliosi opinó:
“En ningún Parlamento del mundo está sucediendo lo que pasa aquí en el Perú. Hay una sumatoria de cualidades mucho mejores que las de la virtualidad, así que en el trabajo legislativo jamás se va a comparar la presencialidad con la modalidad virtual … Habría una incoherencia absoluta, que yo [Congreso] esté poniendo toda una infraestructura a los senadores en el futuro, si van a estar conectados desde su casa, desde la playa, desde el campo o haciendo turismo. Sería un despropósito. Te repito, no hay argumentos solventes para hacer de la virtualidad la regla general” sentenció.
En pocas semanas, cuando empiece la nueva legislatura a fines de julio, conoceremos si la nueva comisión de Constitución aprueba los reglamentos manteniendo la virtualidad en el Parlamento y si la nueva mesa directiva corregirá el uso desmesurado de la modalidad en línea en el último año de este Congreso unicameral.