Por José Víctor salcedo Ccama
Cuando Marcelo llegó a la boletería en el pueblo de Machupicchu, ya no quedaban entradas. Se quedó en el pueblo hasta el día siguiente y subsiguiente. Tenía que hacerlo, como esperan los lugareños. En la boletería le dijeron que la venta empezaba a las seis de la mañana. Un poblador le advirtió que era mejor hacer cola desde las dos o tres. Hay gente —le dijeron— que duerme toda la noche para conseguir un boleto.
Marcelo, un joven turista de Arequipa, estaba cansado y tenía hambre. Se alejó de la boletería y buscó un hotel. Pagó 80 soles, o 21.9 dólares, por una habitación con cama de colchón duro, un velador, un televisor de 16 pulgadas y un baño. Hay hoteles con estrellas que cuestan desde 30, 70, 140, 1.000 y 2.500 dólares. Después, salió a desayunar. Entró a uno, y a otro, y a otro restaurante. La carta parecía una copia de la otra, y los precios también. En el mercado, los costos eran más baratos.
En las cartas se ofrecen entradas de 25 a 40 soles; platos de fondo, desde 45 hasta 100 soles; sopas, de 20 y 30 soles; pastas y carnes, a 40 o 50 soles; hamburguesas y sanguches, a 30 o 35 soles; piqueos a 25 y 35 soles. En los locales se encuentra también una Coca-Cola de litro, a 18 soles; una taza de café, a 10; una cerveza de litro, a 23; un agua, a 5; una bola de helado a 8, etcétera.
Viaje en tren

En Ollantaytambo se puede tomar el tren para Machu Picchu
Todo había comenzado horas antes. Marcelo estaba en un vagón de tren, un poco después de las diez de la mañana. Hacía media hora que viajaba. Desde la cabina alcanzaba a ver el río Vilcanota y cómo el paisaje triste y amarillo de la sierra huía y era reemplazado por el verde alegre de la ceja de selva. Tal vez pensaba en todos los años que esperó hacer este viaje. Conocía Machu Picchu por los libros y las fotografías, y ahora, por fin, cumpliría su sueño de pisar el suelo de la maravilla del mundo.
Marcelo salió de Cusco hacia Ollantaytambo a las tres de la madrugada en un miniván. Hacía tres grados de temperatura y los huesos dolían de frío. Hora y media después llegó a Ollantaytambo y corrió hasta la estación. La cola en la boletería del tren de doce soles de Perurail era una serpiente de doscientos metros, o más. Consiguió un tique media hora después para el tren de las nueve y cincuenta de la mañana.No podía pagar un tren turístico de Perurail o Inca Rail que cuesta entre 70 y 570 dólares.
El tren-sardina estaba lleno de hombres-sardina. La gente parada se mecía o chocaba. Nadie se quejaba, pero en sus caras había cansancio y molestia. Al llegar al pueblo, la gente bajó y corrió a la estación —que no es una estación— de buses hacia la ciudadela de Machu Picchu.
Había cola para comprar pasajes.
La única empresa a cargo del servicio es Consettur. El bus cuesta entre 5 y 24 dólares, ida y vuelta, por una ruta de siete kilómetros. La empresa dice que hace servicio de transporte urbano, no turístico. Sin embargo, cobra hasta 24 dólares por un recorrido de media hora, cuando el pasaje urbano en Cusco es de 0.42 dólares. La empresa no emite boletos ni factura. No paga el impuesto general a las ventas (IGV). Para la Sunat, Consettur no presta un servicio urbano, y por eso ha iniciado un proceso de cobro coactivo de la deuda de 55 millones de soles. El caso está judicializado.
Estado de emergencia

Bus a Machu Picchu – Foto: Marcel Ramos
Después de que Travel and Tour World (TTW) señalara que ya no vale la pena visitar Machu Picchu, los empresarios pidieron declarar el santuario histórico como activo crítico y su gestión en emergencia. Además, el gobernador regional Werner Salcedo solicitó el manejo del destino turístico. Ni empresarios ni gobernador explicaron cómo esas medidas ayudarían a proteger el patrimonio mundial y mejorar el turismo. No dijeron cómo salir de la crisis. Solo mostraron su interés de sacarle provecho a la crisis. O eso se entiende de sus pedidos.
El Ministerio de Cultura (Mincul) señaló que la revista TTW no tiene competencia para hablar de la conservación de Machu Picchu. Para eso, dijo, está la Unesco. Pero el sindicato de trabajadores de la Dirección de Cultura de Cusco consideró, en un comunicado, que además de la calificación como “destino no recomendable”, hay riesgo de que Machu Picchu sea incluida en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro de la Unesco. ¿Por qué? Por el colapso de los ingresos, desinformación al visitante y, sobre todo, debilitamiento de las competencias técnicas de la Dirección de Cultura para gestionar el patrimonio.
El turista que quiere llegar a Machu Picchu por su cuenta debe buscar un boleto en el Centro Cultural del pueblo. Se venden 1.000 entradas en forma presencial por presión de empresarios y pobladores. En el pueblo creen que solo así el turista se quedará a gastar en los negocios locales. También se pueden comprar boletos por internet en tuboleto.cultura.pe. El problema es que las entradas se agotan rápido. Solo hay 4.600 por día. El precio va de 32 a 200 soles.
Marcelo madrugó al día siguiente. A las cuatro ya había una cola de cien o más personas. El clima era menos frío que en Cusco. La fila crecía rápido y había personas que hablaban español, inglés, portugués y otros idiomas. Cuando empezó la venta, había más de mil personas en la cola. Uno tras otro entraba a la ventanilla y salía con su boleto. El turista debe llevar su DNI o pasaporte para hacer la compra.
Ese día Marcelo consiguió boleto y vio el esfuerzo que hacían los turistas para conocer la maravilla mundial. Los que no lograron conseguir entrada estaban molestos, tristes. Como resignados. Los empresarios de turismo de Cusco han pedido una reorganización del modelo de gestión que eliminaría la venta presencial de boletos. Hacerlo —respondió la Asociación de Turismo y Negocios de Machupicchu — atentaría contra la economía del pueblo.
No debería escandalizar entonces que Travel and Tour World dijera que ya no vale la pena visitar Machu Picchu. Tampoco que hable de impactos negativos en el sitio. Hace una década, el informe de Douglas Comer ya lo advertía que acumular personas en un mismo espacio deteriora un área protegida, arriesga espacios arqueológicos, plantas y animales, y fuentes de agua. A más turistas, mayor deterioro.
Y en 2018, el consultor Carlos Cano Nuñes habló de desgaste de piedras en escalinatas, caminos y estructuras. El roce de visitantes —advirtió Cano— desgasta las escalinatas, sobre todo en horas punta. De acuerdo con el antropólogo Fernando Astete Victoria, ex jefe del Parque Arqueológico, los pisos se endurecen y ya no filtran el agua de lluvia como antes. Se empoza, chorrea por los muros y las daña.
Aumentar el aforo

Los turistas deben comprar tikets para abordar el bus que los llevará a la ciudadela. Foto: Marcel Ramos
Travel and Tour World también observó mucha saturación de visitantes en Machu Picchu. Los empresarios de turismo dijeron que la oferta había sido superada. En años pasados, los empresarios propusieron aumentar el aforo. Inclusive plantearon recorridos nocturnos, como la exviceministra de Turismo, Madeleine Burns y el expresidente de la Cámara Nacional de Turismo, Jorge Jochamowitz.
La idea más reciente vino del Ministerio de Cultura: aumentar el aforo a 27.000 visitas diarias y bajar el precio de la entrada a 35 soles. Sin estudio técnico y en oposición a la carga fijada por decreto en 5.600 en temporada alta. Saturar más y recaudar menos. Solo especialistas de la Dirección de Cultura Cusco, como Piedad Champi o Nino del Solar, se opusieron.
“En un momento se refirió que estábamos proponiendo un aforo de 27.000 personas. Debo ser enfático en precisar que esa cifra es completamente inviable”, dijo Fabricio Valencia, ministro de Cultura, a RPP en mayo. Se pensaba que la propuesta había sido archivada. En la sesión del 30 de junio de la Unidad de Gestión de Machu Picchu (UGM), un equipo expuso un informe técnico en contra del aumento. Pero el ministro Valencia dijo que “a la fecha no resulta viable el incremento de 27,000 visitantes diarios”.

Ciudadela inca de Machu Picchu
No se debe olvidar que el Plan Maestro de Machu Picchu, elaborado en 2015 por el consultor externo Douglas Comer, estableció en 2.500 visitas diarias, con la posibilidad de aumentarla a un máximo de 5.940. Pero antes se debe habilitar nuevas áreas de explicación, un centro de interpretación antes del ingreso, y restringir o cerrar zonas vulnerables o saturadas. En la reunión del 30 también se acordó que el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) entregue, en enero del próximo año, un estudio sobre si es viable o no aumentar el aforo; y que el Mincul presente un modelo de gestión en 45 días. ¿Por qué el estudio de carga deber hacerlo el Mincetur y no el Mincul?
Marcelo logró entrar a Machu Picchu dos días después. Los turistas, como Marcelo, tienen que pagar precios altos o viajar como sardina, hacer colas, tener paciencia y, tal vez, sentir que vale la pena el esfuerzo. Pero hay otro grupo que viaja con agencias, en trenes de lujo y sin contratiempos.
Al final, según el estudio de nivel de satisfacción del turista de 2024 del Mincetur, el 93 % de los visitantes salió satisfecho de la ciudad inka. La cifra bajó al 79 y 80 % en los servicios fuera del sitio. Sin embargo, Fernando Santoyo, presidente de la Cámara de Comercio, dijo a RPP Cusco que uno de cada tres turistas se iba insatisfecho.
Después de esos días, Marcelo regresó en el tren-sardina de doce soles. No había asiento. Viajó de pie, otra vez. En la puerta de la estación, vio a personas sin pasaje. Esperaban que los dejaran subir a algún vagón. A veces la empresa Perurail lo permite. El tren se puso en marcha cuando caía la noche. El traqueteo sacudió los cuerpos y los hizo temblar. Machu Picchu quedaba atrás. Pero todo lo demás, no.