Hay indicios de homicidio en su muerte – El reportero andino

La escena que encontraron los peritos forenses y la Policía en el baño de José Miguel Castro, aquel domingo 29 de junio, era macabra. Las zapatillas negras que llevaba puestas el exgerente municipal de la exalcaldesa de Lima Susana Villarán mantenían abierta la puerta, porque su cuerpo estaba tirado sobre el piso de mayólicas grises. Un charco de sangre al lado derecho de los restos; dos cuchillos ensangrentados, uno de cocina y un serrucho pequeño, distantes entre sí; y una toalla verde encima del hombro izquierdo. Pero lo más espeluznante era el tremendo corte en el cuello.

Según el parte policial, la herida era de 14 centímetros de largo, aunque no se trataba de una incisión superficial. Las fotos a las que accedió Perú21 muestran, por el contrario, que las arterias y las venas estaban totalmente expuestas. El tajo era profundo.

El acontecimiento generó una discusión entre la perito y el policía que recogían las muestras en la casa, ubicada en Miraflores. La primera aseguró, según conoció este diario, que se trataba de un suicidio. El efectivo PNP, por su lado, puso en duda esa teoría y deslizó el homicidio.

Si bien en el acta de intervención policial, que se registró a las 12:50 p.m. del mismo domingo, se declaró que el fallecido de 51 años “se habría suicidado”, hay indicios que llevan a pensar que se trató de un asesinato.

En el acta de levantamiento de cadáver, al que accedió este diario, se describe que el deceso habría sucedido entre las 9:00 a.m. y 10:00 a.m., que el daño fue provocado por un “arma blanca” y que se registraron “heridas cortantes en el cuello”.

También se apuntó: “5 heridas cortantes de borde regular; 2 heridas cortantes de borde regular de forma lineal en sentido oblicuo; laceración de vasos yugulares externas y laterales; y excoriación rojiza lineal”. El reporte recomendaba un examen de necropsia “por tratarse de una muerte violenta”.

Perú21 mostró ese documento, además de las fotos, al médico perito Juan Jiménez Lozada para conocer su opinión profesional. Según Jiménez, no hay duda de que quien fuera hombre de confianza de Villarán, el que sabía del financiamiento ilegal de campañas, encontró la muerte a manos de una tercera persona.

“Este no es un cadáver con cuadro de suicidio, esto objetivamente es un homicidio; la lesión del cuello no es de trayectoria oblicua, es casi horizontal, y nadie se corta en ese trayecto. El tipo de lesión es profunda, llega hasta los músculos; para llegar a ese nivel y cortarlos, la presión ejercida es extrema”, explicó.

Intervención policial en el departamento de Castro.

Asimismo, el especialista sostuvo que por la posición del cadáver parece haber sido “colocado”; no haber caído producto del desangrado, como sucedería en un suicidio. Y advirtió, de acuerdo con el acta, que se encontraron residuos de alimentos en la boca.

“¿Por qué tendrían que encontrarse esos residuos en una persona que quiere autoeliminarse? Esto indica que esa persona ha vomitado inicialmente, producto de un golpe en la cabeza o de haber ingerido algo, y después vino el corte en el cuello”, sentenció.

Al término del viernes, cinco días después del trágico deceso, Medicina Legal había avanzado con el 70% de la necropsia, cuyo informe final servirá para que el fiscal Richard Rojas pueda concluir si se trató de un asesinato o un suicidio.

Hasta el momento, la policía ha recogido las declaraciones del padre, Julio Castro Gómez, político de izquierda y exdiputado; y de la esposa, Paula Maguiña Ugarte.

Y ha sido esta última, según fuentes de este diario, quien ha proporcionado un dato revelador que ha desconcertado a las autoridades.

Parte del acta del levantamiento del cadáver de José Miguel Castro.

Cabo suelto

Julio Castro declaró que la última vez que vio con vida a su hijo José Miguel fue el sábado 28 de junio a las 10:00 p.m., en el primer piso del dúplex donde vive, en la calle Madrid 430, instantes antes de que el economista se dirigiera a su dormitorio a dormir.

Castro Gómez, viudo de 81 años, narró que se fue a descansar a la 1:00 a.m. del domingo y que durante la madrugada no escuchó ningún ruido.

Cuando despertó, bajó al comedor aproximadamente a las 10:15 a.m. y luego fue a su oficina. En el camino, pasó por el baño y notó que la puerta estaba abierta. Al acercarse, se percató de que su hijo yacía en el piso sin vida.

Era tanta la sangre derramada que el pantalón plomo de José Miguel Castro se había teñido casi completamente de rojo. Y sus ojos permanecían abiertos. En el parte policial se anotó que la “chapa del baño al parecer estaría manipulada”.

Del testimonio de Julio Castro se puede colegir que no se percató de que José Miguel salió en la madrugada a recoger de una fiesta a su hijo menor.

Castro Gutiérrez y su esposa Paula Maguiña habían acordado que este lo recogería mientras ella se iba a una fiesta con sus amigas.

Según las imágenes difundidas por Willax, de las cámaras de seguridad del condominio contiguo, Castro salió a las 2:59 a.m. del domingo 29 en la camioneta Hyundai modelo Tucson que compró en 2017.

Y regresó a las 3:39 a.m, ya con su hijo de 15 años a bordo, porque se lo ve salir del asiento del copiloto para, aparentemente, abrir la puerta de la cochera. Maguiña ya se encontraba en la vivienda.

José Domingo Pérez sustentará la acusación en septiembre. (GEC)

Justamente, la manifestación que dio la viuda el pasado jueves es importante en este trance. Maguiña Ugarte, según las fuentes, detalló que en el vehículo, en el asiento trasero, había una tercera persona, un amigo de su hijo.

La información es reveladora porque no se conocía que alguien más hubiera estado en el lugar, además de los familiares.

En el interior de la propiedad de la calle Madrid 430 no hay cámaras de seguridad, por lo que solo con el testimonio del hijo se podrá conocer quién los acompañaba y qué hizo cuando lo dejaron pasar.

No se sabe si ese amigo también era menor de edad y si realmente era reconocido por la familia. La historia puede dar un giro inesperado con su aparición.

Tenía del cuello a Villarán

José Miguel Castro no logró acogerse a la colaboración eficaz, pero ya había reconocido ante el Equipo Especial Lava Jato que las compañías OAS y Odebrecht hicieron aportes millonarios a las campañas políticas de Susana Villarán.

En una declaración del 8 de julio de 2022, especificó los aportes entregados por OAS, Odebrecht y Graña y Montero.

Ese dinero estaba destinado a financiar las actividades proselitistas para evitar la Revocatoria en 2013 (US$6’100,00) y para buscar la reelección en 2014 (US$5’193,816).

José Miguel Castro era la mano derecha de Susana Villarán.

Para la Fiscalía, esas donaciones económicas sirvieron para que OAS consiguiera la adenda que amplió el cobro de peaje por la Línea Amarilla de 30 a 40 años.

Por el lado de Odebrecht, la suma millonaria fue a cambio de asegurar el contrato de concesión de Rutas de Lima. Esto último fue declarado por Jorge Barata, el exsuperintendente de la constructora brasileña.

Castro admitió que él mismo se encargó de coordinar las entregas de dinero y aseguró que Villarán, su entonces jefa y amiga, sabía todo.

“La figura principal que dirigía la campaña del No a la Revocatoria era la propia alcaldesa de Lima, Susana Villarán (…) ella sí conocía de los aportes de Odebrecht y OAS”, dijo.

Villarán confesó públicamente que sabía de ese dinero, sin embargo, no hizo lo mismo cuando contestó las preguntas de la Fiscalía. Su estrategia ahora es señalar que, cuando recibió las donaciones, ese aporte no era delito.

La pérdida de Castro para el proceso es preocupante, pero el fiscal José Domingo Pérez confía en que no solo logrará incluir las declaraciones de este para el juicio que empieza en septiembre, sino que con el resto de pruebas que maneja será suficiente para condenar a la escurridiza exalcaldesa.

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By admin

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