Con todo ello, las decisiones de compra y venta de materiales para la construcción han cambiado en la zona: hay preferencia por adquirirlos en Bolivia y pasarlos, por frontera, al sur del Perú. ¿Cuáles son los principales impactos?
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Imposibilidad de competir
En el último boletín económico que publicó la Cámara de Comercio y la Producción de Puno (CCPP), se detectó que el sector construcción, lejos de crecer como la mayoría, lideró los resultados a la baja con una disminución de un 3% durante el cuarto trimestre del 2024.
La cifra superó incluso a Minería e hidrocarburos, que se debilitó en un 2.6% por la menor producción de estaño, cobre y oro. En el panorama contrario se ubicaron Transporte y almacenamiento (4.9%) y el Agropecuario (4.3%).

Así se dinamizaron los sectores económicos de Puno durante el último trimestre del 2024.
El periodo de caída coincide con el que indican dos empresas representativas del rubro en el sur peruano: Ladrillos Diamante y Cemento Yura.
La ladrillera ha cerrado el punto de venta en Puno porque considera “insostenible” observar réditos con una reducción de casi el 80% de las ventas.
En conversación con Gestión, la compañía expresa las consecuencias: dejar sin puestos de trabajo a las personas del lugar y mermar la presencia de la marca. Subraya que las diferencias del 50% de precios (entre Perú y Bolivia) dañan a los negocios locales.
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Afectación a nivel regional
Guido Valdivia, vicepresidente ejecutivo de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), determina por qué una comercialización inadecuada en una frontera genera un impacto masivo.
“Cuando las distancias son muy largas, el costo del flete de los productos como el cemento y los ladrillos, dos materiales tan importantes, es muy fuerte. Pero, es muy fácil llegar de Bolivia al Perú, lo cual, sumado naturalmente a la falta de control aduanero, es lo que provoca este tipo de situaciones”.
No obstante, el especialista recuerda que la venta de ladrillos, por ejemplo, en el Perú no pertenecía a un circuito perfecto y ya arrastraba otras contrariedades: “En el Perú, solo alrededor del 35% de todo el volumen de ladrillos que se produce es formal. El otro 65% es informal y, por lo tanto, no cumple normas ambientales. Se quema mucho petróleo y otros combustibles en este proceso; incluso hay explotación laboral. También hay un impacto tributario. Ya hay un problema grave y, con el contrabando, se complica”.
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Distancia en los precios
En detalle, las puertas abiertas al contrabando propician que el ladrillo boliviano del tipo King Kong Hércules 10 —común para muros portantes— se comercialice a S/ 500 el millar. Este precio representa menos de la mitad de la transacción nacional: aquí, el mismo producto se vende entre S/1,100 y S/ 1,300 el millar.
También figura una distancia en el monto del ladrillo de tipo Pandereta —usual para muros divisorios—: el millar del boliviano se vende en S/ 590; mientras que el nacional, en S/ 1,206.
Ladrilleras Diamante compartió con Gestión el declive que han sufrido las ventas de ambos tipos de ladrillos en los últimos meses. Esto, como evidencia de la afectación en el sector.

En Puno, la venta de ladrillos King Kong Hércules 10 y Pandereta se desplegó a la baja.
Pero, la dinámica económica no sería el único temor: el ladrillo boliviano incumpliría, además, con la Norma Técnica Peruana E.070, conocida como Norma de Albañilería.
Este documento comprende las exigencias mínimas para el análisis, el diseño, los materiales, la construcción, el control de calidad y la inspección de las edificaciones de albañilería estructuradas principalmente por muros confinados y muros armados.
“Los sistemas de albañilería que estén fuera del alcance de esta norma deberán ser aprobados mediante Resolución del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) luego de ser evaluados por Sencico”, se puede leer en el texto oficial.
En suma, el contrabando en esta zona del país aviva tanto la informalidad en el sector como la práctica riesgosa de la autoconstrucción, un componente de alto protagonismo ante un evento sísmico.
Valdivia lo nota: “Sumado al aspecto ambiental, tributario y laboral, hay un problema cuando estos materiales no cumplen normas, no solamente con los ladrillos, con el fierro o con el material eléctrico también. El contrabando no pasa controles de calidad”.
“Estos productos se consumen de una manera más intensiva en los segmentos de la construcción informal, en donde ni siquiera hay un ingeniero o un arquitecto: los maestros o los operarios construyen. Entonces, es un problema también de sostenibilidad muy complicado en la zona sur”, agrega.

El último sismo causó alarma en la población de Lima y Callao. Foto: GEC
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¿Y Aduanas?
En octubre del año pasado, el presidente de la Cámara de Comercio y la Producción de Puno (CCPP), Juan Fredes, se pronunció en una entrevista para un medio local en Arequipa sobre la multiplicación en el contrabando de alimentos y materiales de construcción bolivianos, sobre todo del cemento.
En esa línea, le solicitó a Aduanas que establezca un puesto de control en Pomata, un punto clave en la provincia de Chucuito (Puno).
Ladrilleras Diamante explica que la Cámara de Comercio de Puno ha colocado en primer plano el conocimiento acerca del ingreso de los productos de importación, pero no puede hacer mucho porque la entidad que controla es Aduanas.
Este diario se comunicó con Fredes para reunir nuevas declaraciones, pero, hasta el cierre de la nota, no obtuvo respuesta.
Capeco, por su parte, también insta a Aduanas a actuar. “Se necesita que en Aduanas sean muy diligentes particularmente en este tema. El contrabando en la zona sur, en los mercadillos de Juliaca, mueven la economía, lo que hay llevado a un nivel de tolerancia que no debería permitirse”, apunta.
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Operación “culebra”
Ante la desprotección policial, la modalidad “culebra” toma el control en las rutas alternas. Es decir, grandes cantidades de mercancía ilegal se transportan a través de flotas que, usualmente, están bajo la mirada protectora de criminales armados.
Estas caravanas, conocidas como “culebras”, buscan asegurar el paso de la mercancía sin pagar impuestos ni asumir los controles aduaneros.
Ladrilleras Diamante lamenta que, hoy por hoy, los productos informales más rentables sean los de construcción: ladrillos, cementos, tubos y fierros.
Ya la Sociedad de Industrias (SNI) ha advertido que el Perú pierde al año US$ 600 millones únicamente por contrabando. Ha especificado, en ese sentido, que la frontera entre Perú y Bolivia es la “pasarela” de cigarrillos, ropa usada, calzado, combustibles, productos de construcción y más.
Tanto Ladrillos Diamante como Cemento Yura resaltan que este ejercicio nocivo también alcanza a otros sectores. Este diario incluso ya ha informado sobre contrabando de huevos de gallina.
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