La llegada masiva de calamares a las playas

Un evento poco usual se ha vivido en las playas de Pucusana, Punta Negra, San Bartolo, Ancón y otros balnearios en esta última semana. La aparición de varios ejemplares de cerca a la orilla ha causado sorpresa y preocupación entre pescadores y bañistas. Y es que esta especie, conocida popularmente como pota, suele habitar zonas más profundas y alejadas de la costa.

A través de videos en redes sociales, se puede observar cientos de moluscos varados en varias playas y muelles de Lima. En el caso de la bahía de Pucusana, no solo se reportó gran cantidad de pota, sino también varios ejemplares de pejerreyes.

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Carlos Salas Abusada

Algunos pescadores aprovecharon la oportunidad para improvisar jornadas de pesca desde la orilla, mientras otros, más cautelosos, alertaron sobre posibles consecuencias para el ecosistema marino.

Hasta estas playas llegó personal científico del Instituto del Mar del Perú (Imarpe) a fin de observar y estudiar el fenómeno. Asimismo, El Comercio consultó con otro experto para conocer un poco más de este evento y determinar si se trata de una amenaza o de un proceso natural.

¿Amenaza? La explicación del fenómeno

Tras los primeros análisis, los especialistas del Imarpe identificaron cambios en la temperatura y química del mar (agua cálida, salina y mar agitado). Estos factores, sumados a los movimientos de masas marinas y la intensidad del oleaje, estarían empujando a los cardúmenes de presas de la pota hacia zonas menos profundas, es decir, la costa.

Como resultado, el calamar gigante, que es una especie migratoria y que persigue a sus presas, las sigue hasta la orilla, lo que explicaría los recientes varazones en distintos puntos del país. Algunos ejemplares incluso quedaron varados, un desenlace extraño, pero natural, indican los expertos.

Pese a detectar ligeras variaciones en la temperatura y química del agua, los equipos técnicos precisan que no hay señales de un desequilibrio crítico. Para el instituto, el suceso es más bien una oportunidad de aprendizaje sobre cómo el océano responde a los cambios climáticos y oceanográficos.

Fenómeno se ha vivido en playas de Pucusana, Punta Negra, San Bartolo, Ancón y otros balnearios. (Foto: Imarpe)

Fenómeno se ha vivido en playas de Pucusana, Punta Negra, San Bartolo, Ancón y otros balnearios. (Foto: Imarpe)

El Imarpe ha anunciado que seguirá con el monitoreo de dicho fenómeno para evaluar su evolución y posibles efectos en el ecosistema costero. Enfatizó que hechos como este deben observarse desde una perspectiva científica, pues reflejan la complejidad y sensibilidad del mar frente a la variabilidad climática.

Por su parte, Nataly Vargas, vicerrectora académica de la Universidad Científica del Sur y bióloga de la Universidad San Marcos, explicó a 24 Horas Noticias que la llegada de aguas subtropicales a las zonas costeras ha empujado tanto a presas como a sus depredadores. Respecto a la pota, dijo que esta suele habitar zonas más profundas y alejadas de la costa, por lo que su presencia cerca de la orilla responde a estos movimientos oceanográficos.

Vargas resaltó que este evento no debiera ser interpretado como una señal de alarma, sino como muestra de la vitalidad y variabilidad del océano frente a cambios ambientales.

Impacto en pescadores

La llegada masiva de pota sorprendió a los pescadores artesanales de Ancón y otras playas, quienes reportaron capturas de entre cuatro a cinco toneladas, un volumen muy por encima de lo habitual para esta temporada. Las imágenes de jabas repletas de calamar y el descenso del precio de venta hasta 1,50 soles por kilo reflejaron el impacto inmediato en la economía local y la cadena de comercialización.

Sin embargo, la obtención y venta de pota directamente de la playa plantea riesgos sanitarios. Vargas advirtió que si bien la mayoría de estos ejemplares llegó siguiendo a sus presas, lo que refleja su buen estado, la proximidad a la costa las expone rápidamente a contaminantes, residuos y microorganismos propios del ambiente cercano a los centros urbanos.

Por ello, recomendó precaución, tanto en la recolección como en el consumo de esta especie, y solicitó la intervención de las autoridades para fiscalizar la calidad y aptitud de los calamares gigantes para el consumo humano.

Por otro lado, algunos pescadores expresaron su preocupación, pues señalan que existe una conducta agresiva de la pota al ingresar al litoral. “Es una especie carroñera, le llamamos así acá en el muelle, porque depreda todo lo que encuentra a su paso”, declaró a RPP el dirigente del gremio local en Pucusana, Juan José Siles.

Explica que el temor es que pueda acabar con otras especies. Según Siles, los peces más pequeños buscan protegerse al acercarse a la orilla. “¿Qué es lo que hace el pescado chico? Atina a meterse a la orilla. Igual la pota se mete a la orilla a comer todo”, sostuvo.

En ese sentido, mientras este escenario es visto como una oportunidad momentánea, pues hay mayor acceso a la pota, menos inversión en combustible y más capturas, otros advierten que si las condiciones que llevaron a este fenómeno persisten, podrían agotarse rápidamente las poblaciones de ciertas especies.

Falta mayor investigación

Alfonso Miranda, presidente del Comité de Pesca y Acuicultura de la Sociedad Nacional de Industrias, dijo a El Comercio que el calamar gigante es una especie que tiene una vida muy corta, crece y se mueve muy rápido. A lo largo de su vida tiene también una gran variabilidad, entra y sale del mar peruano, y frecuenta aguas internacionales. Asimismo, tiene la condición de reproducirse solo una vez y luego morir.

Además, es muy susceptible a las modificaciones del ambiente, al cambio de temperaturas, de salinidad, del PH del agua, a la presencia de otros recursos hidrobiológicos, a la presencia o no de alimento, etc. Y lo otro que ocurre es que cualquier alteración en estos temas puede originar, por ejemplo, cambios en su comportamiento. Esto se ha producido hace miles de años en el mar. Estas especies se desorientan y se movilizan en búsqueda de su alimento, y al no encontrarlo, llegan hasta la costa”, señaló.

Miranda agregó que el Comité del Calamar Gigante del Pacífico Sur (Calamasur) y el sector pesquero del Perú han venido insistiendo en que falta investigar más a fondo a este recurso marino, ya que aún resulta desconocido. Estos han precisado que es urgente que todos los años haya por lo menos un par de cruceros de investigación, ya que los barcos del Imarpe son obsoletos.

“El Estado peruano, en noviembre del año pasado, anunció que se iban a construir dos embarcaciones grandes de investigación científica. Quisiéramos saber qué ha pasado, hasta ahora no tenemos noticias de que se haya avanzado con la construcción de estos dos grandes barcos. El Imarpe tiene a los mejores técnicos y científicos, que se han capacitado en diferentes instituciones del mundo. Pero necesitan que les damos los medios de investigación, laboratorios adecuados”, sostuvo.

El experto detalló que en septiembre de este año se va a llevar a cabo el comité científico de la Organización Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacífico Sur, que precisamente es donde se desarrolla ciencia para conocer los recursos marinos, entre ellos, el calamar gigante y algunos peces de profundidad. En ese sentido, dijo que el Perú debe participar

Hasta ahora no se ha hecho un estudio del stock del calamar gigante, para conocer cómo su población, las edades que tienen, su comportamientos, temas ligados a su reproducción, entre otros indicadores. Tenemos la oportunidad, y el Perú tiene que participar de este comité, porque esto no lo puede estudiar solo el Perú. Se trata de animales que entran y salen de nuestro mar“, comentó.

Antecedentes

La llegada de estos cefalópodos a orillas limeñas tiene antecedentes recientes. En abril, un hecho similar ocurrió en la playa Rinconada. Luego, a inicios de junio, el Imarpe confirmó una varazón (gran cantidad de peces muertos en la playa) en Matarani, Arequipa. En la misma línea, durante la tercera semana de junio, se detectaron casos en Marcona, Villa El Salvador y, posteriormente, en playas del distrito de Ancón.

De acuerdo con los reportes técnicos, las especies más afectadas fueron anchovetas, pejerreyes y potas. La repetición de estos eventos sugiere un patrón que los científicos continúan estudiando. No obstante, el IMARPE no considera que la situación represente un riesgo inminente.

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