El presidente José Jerí salió a marcar distancia del desastre. A través de su cuenta en la red social X, el mandatario justificó los cambios en el directorio del Instituto Peruano del Deporte (IPD) ante el inminente fracaso de los Juegos Bolivarianos en Ayacucho.
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Pero la crisis no empezó con retrasos en la pista atlética ni con una gradería sin cemento. Su origen está en las decisiones políticas que Jerí avaló: fue uno de los congresistas que blindó la alianza entre Dina Boluarte y el gobernador de Ayacucho, Wilfredo Oscorima.
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Votos por la impunidad
El camino hacia el desastre no comenzó con una mala gestión deportiva, sino con una decisión política. Era marzo de 2024 cuando La Encerrona reveló los Rolex de Dina Boluarte. De inmediato, desde Estación Wari en Ayacucho, este reportero señaló al gobernador Wilfredo Oscorima como el presunto proveedor de las joyas.
Las sospechas de cohecho crecieron con decretos de urgencia y visitas a Palacio, derivando en una denuncia constitucional. La Fiscalía acusó a Boluarte de recibir regalos a cambio de favores.
Uno de esos favores era clave: la asignación del presupuesto para el estadio que Oscorima prometía como “el más hermoso de Sudamérica”.
El 1 de abril, en plena tormenta, Boluarte nombró a Morgan Quero como Ministro de Educación. Esa cartera, a cargo de uno de sus más férreos defensores, tenía un brazo estratégico: el IPD.
Mientras tanto, la posta del caso Rolex contra la presidenta caía en manos de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC), presidida por María Acuña, hermana de César Acuña —aliado de Oscorima— y parte de Alianza para el Progreso. Es así que, el 11 de abril, dicho grupo parlamentario recomendó archivar la denuncia. En esa instancia, José Jerí, como congresista de Somos Perú, votó en abstención.
Pero el blindaje definitivo se consumó el 23 de mayo de 2024 en la Comisión Permanente. Con 14 votos a favor, se mandó al archivo definitivo la denuncia por el caso Rolex. Uno de esos votos decisivos para garantizar la impunidad de Boluarte llegó de las manos del ahora presidente. El Ministerio Público instó al Congreso a reevaluar su decisión, pero el pedido fue ignorado.
El congresista por Ayacucho, Alex Flores, también integrante de aquella Comisión Permanente, recuerda la responsabilidad del actual mandatario. “José Jerí no puede lavarse las manos. Él es responsable de haber blindado a Boluarte y eso conlleva responsabilidad en lo que hoy vemos”, declaró a La República.
Carrera libre hacia el desastre
Tras la protección política, vinieron los movimientos técnicos. El 21 de junio del 2024, el ministro Quero designó a Federico Tong Hurtado como presidente del IPD. Lo presentó como el hombre que “llevaría el deporte a todo el Perú”.
Poco después, el 11 de julio, el GORE Ayacucho expresó su interés de intervenir el Complejo Deportivo Venezuela, donde se ubicaba el estadio Ciudad de Cumaná. El trámite fue olímpico: el 19 de julio —apenas ocho días después— Tong firmó el convenio que autorizó a Oscorima a demoler el complejo y construir allí el “Estadio Cuna de la Libertad Americana”.
Era el año del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho. El proyecto se perfilaba como la renovación de un estadio donado por Venezuela en 1974, cuando se cumplió el sesquicentenario. Oscorima lo vendía así: “Ese estadio es cosa del pasado, de la historia, que nos regalaron hace 50 años. Ahora jugaremos en el estadio más hermoso de Sudamérica, un estadio moderno”.
El gobernador prometió que este sería el escenario de los “verdaderos” Juegos Bolivarianos en diciembre de 2025, tras el fracaso de los previos, dados en 2024. Dina Boluarte respaldó pública y económicamente el proyecto.
Hoy, ese estadio es un terreno removido. Sin drenaje, sin pista, sin graderías, sin campo reglamentario: un terral. Las obras no alcanzaron ni un 22 % de avance.
La confirmación del fracaso
El 19 de noviembre, el IPD publicó un comunicado lapidario: el Estadio Cuna de la Libertad Americana “no forma parte de las sedes elegidas para los XX Juegos Bolivarianos”.
Ese mismo día, el GORE Ayacucho emitió otro documento confirmando que la región solo será sede de cinco disciplinas, algunas en un campo ferial acondicionado, argumentando que la elección fue de la ODEBO.

El gobierno regional de Ayacucho informó que será sede solo de cinco disciplinas deportivas.
Ambos comunicados chocan con las promesas de Oscorima y el respaldo de Boluarte.
Alex Flores fue contundente al señalar el vínculo entre la corrupción y el fracaso deportivo: “El escándalo de los Rolex tiene que ver con los presupuestos para los Bolivarianos. Oscorima estaba prácticamente sobornando para que le den ese presupuesto millonario que supuestamente iba para el estadio, y que lamentablemente ha servido para la corrupción”.
Tras el escándalo, Jerí destituyó a Federico Tong y nombró a Sergio Ludeña Visalot como nuevo jefe del IPD. El fichaje llega con polémica: Ludeña es un oficial FAP en retiro investigado por presunto fraude en el club Cienciano y con antecedentes que incluyen una requisitoria por deserción y menciones en un caso de prostitución, de acuerdo con reportes de Epicentro TV.
En paralelo a los cambios, el Gobierno de Jerí promulgó el Decreto de Urgencia N° 009-2025 el 19 de noviembre, dictando medidas extraordinarias para los Juegos Bolivarianos. La norma autoriza explícitamente al IPD a realizar contrataciones de bienes y servicios críticos (logística, equipamiento, seguridad) aplicando un mecanismo excepcional que permite saltarse los procesos ordinarios.
Esto abre una ventana a posibles irregularidades y direccionamientos en los más de S/ 35.6 millones destinados al evento, un riesgo que se acrecienta por los antecedentes de gestión.
Pero Jerí calla lo esencial: él participó en el blindaje que permitió que la dupla avanzara sin control. El legislador ayacuchano lamentó la vergüenza internacional que esto significa para la región: “No se ha cumplido con los compromisos y vamos a tener la celebración de unos Juegos plagados de irregularidades. Detrás de todo esto hay corrupción y el señor Jerí es parte de esa trama”, expresó Flores.
El congresista añade que el estadio anterior —el Cumaná— pudo adaptarse: “Tenía pista atlética. Si querían, se podía adecuar. Pero quisieron demolerlo para justificar un presupuesto millonario”.
La dinastía espera en la banca
Mientras el gobernador enfrenta el descrédito por las obras inconclusas, el clan Oscorima busca asegurar su continuidad política. Wilfredo Oscorima Wong, uno de los más de diez hijos del gobernador, lanzó un video en redes sociales sugiriendo su ingreso a la política bajo el lema “Willy Oscorima, la juventud avanza”.
Citando a Vargas Llosa, el joven Oscorima pregunta “¿En qué momento se jodió el Perú?” y ofrece ser el cambio. Una ironía, considerando la gestión que su padre hereda a Ayacucho.
En paralelo, su tío Yuri Oscorima —hermano del gobernador— ya hace campaña mientras evalúa postular al gobierno regional o al futuro Congreso bicameral, siempre con Alianza para el Progreso.
Tarde, el presidente Jerí intenta mostrarse como un fiscalizador, pero el archivo confirma que él fue parte del equipo que permitió que la gestión continuara sin control.
Los Bolivarianos, al menos la versión prometida a Ayacucho, ya se perdieron.
