cómo Perú estabilizó precios y fortaleció su – El reportero andino

El programa de estabilización económica que lleva adelante el Gobierno tiene, según explicaron los funcionarios en varias ocasiones, varios “modelos” internacionales. Casos como el de Israel, Colombia o Perú aparecen como los horizontes a mirar a la hora de pensar cómo está diseñada la hoja de ruta del equipo de Luis Caputo.

Uno de los paradigmas es el caso peruano, que en los últimos treinta años pasó del colapso económico y la hiperinflación a un modelo donde la inflación no supera el 2% anual. En su punto de partida, la historia de Perú tiene varias similitudes con el estado de situación de la economía argentina de los últimos años.

“En junio de 1990 el país estaba en recesión, con una inflación desbocada, declarado inelegible por el Fondo Monetario Internacional y sin acceso a crédito externo”, explicó este jueves Jorge Mogrovejo González, superintendente adjunto de Banca y Microfinanzas de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP del Perú, durante una presentación realizada en el Banco Central argentino.

Aquí aparecen los puntos en común con la situación argentina. Por un lado el Estado subsidiaba alimentos y combustibles, el Banco Central financiaba el déficit fiscal con emisión, los precios estaban controlados, los capitales restringidos y el sistema financiero se encontraba “reprimido”, con tasas de interés fijadas y cupos obligatorios de crédito a sectores elegidos. Al mismo tiempo, el tipo de cambio, oficialmente “único”, tenía en realidad más de 25 cotizaciones diferentes. “Era un país con hiperinflación, aislamiento internacional y violencia interna; nadie nos prestaba”, sintetizó Mogrovejo.

La salida de la crisis implicó un programa drástico. “Primero hubo que sincerar precios —los combustibles subieron 3.000% y la electricidad 1.000%—, reducir el gasto público y devolver independencia al Banco Central”, relató el funcionario.

Las reformas incluyeron la eliminación de todos los tipos de cambio oficiales, la apertura de la cuenta de capitales, el fin de los subsidios y una política fiscal y monetaria estricta. El objetivo era doble: restaurar la credibilidad de la moneda y anclar las expectativas inflacionarias.

Los resultados fueron contundentes. A partir de 1992, la inflación comenzó a caer de forma sostenida y, desde comienzos de los 2000, se mantuvo en un dígito. “La inflación es un monstruo duro, no se derrota fácilmente, pero se puede contener si hay disciplina institucional”, enfatizó Mogrovejo. Hoy, el Perú mantiene niveles cercanos al 2% anual, entre los más bajos de la región.

La estabilización permitió reconstruir el sistema financiero, que en 1991 apenas representaba el 6,6% del PIB. “No había crédito, los bancos operaban con papeles públicos y sin fondeo genuino. Recién con la confianza monetaria se pudo volver a prestar al sector privado”, explicó.

El crédito comenzó a expandirse rápidamente, aunque no sin tropiezos. A fines de los 90, el país enfrentó una nueva crisis: la combinación de un boom crediticio interno y choques externos —las crisis asiática, rusa y brasileña— derivó en una contracción bancaria. “El crédito creció 50% anual, pero con muchos préstamos malos. Entre 1998 y 2000 quebraron o se fusionaron 10 bancos: pasamos de 25 a 15”, recordó.

Esa etapa dejó una lección que Mogrovejo calificó de “exuberancia irracional”: “Cuando todo va bien y el crédito crece demasiado rápido, aparecen los riesgos. Hay que estar atentos, porque el entusiasmo puede llevar a operaciones mal evaluadas y crisis de confianza”.

Tras esa sacudida, Perú consolidó un marco de supervisión financiera más estricto, reforzó los requerimientos de capital y profesionalizó la gestión bancaria. Con el tiempo, el crédito se recuperó de forma más sostenible y el sistema financiero se volvió uno de los más sólidos de la región.

“La morosidad bajó con el crecimiento, pero subió otra vez con la crisis. Es parte del ciclo, pero hoy tenemos reglas y controles que nos permiten anticipar desequilibrios”, explicó Mogrovejo.

“Haber dejado atrás la inflación fue fundamental. Una vez que el dinero vuelve a tener valor, puede volver el crédito, la inversión y el crecimiento”, concluyó.

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