El asilo político otorgado por México a Betssy Chávez, ex primera ministra del expresidente Pedro Castillo en Perú, ha reavivado las tensiones diplomáticas entre ambos países.
Tras confirmarse que Chávez se encontraba refugiada en la Embajada mexicana en Lima, el Gobierno de José Jerí anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con la administración de Claudia Sheinbaum.
Chávez es procesada por su presunta participación en el intento de golpe de Estado de 2022 del entonces presidente Pedro Castillo. El Gobierno peruano calificó de “inaceptable” la posición de México y acusó “injerencia” en sus asuntos internos. Sheinbaum, por su parte, ha defendido la decisión de su Gobierno y ha calificado la respuesta peruana como“injusta y desproporcionada”.
A través de un comunicado, México aclaró, además, que el asilo “no puede considerarse un acto inamistoso”, al amparo de la Convención de Asilo Diplomático de Caracas (1954), de la cual ambos países son parte. Sin embargo, el nuevo desencuentro plantea dudas sobre los futuros vínculos comerciales y financieros entre ambas naciones.
Relaciones diplomáticas no, negocios sí
“En lo diplomático, el puente ya estaba deteriorado desde el caso Castillo, pero en lo comercial es un puente que se ha usado muy poco. Para los pocos que lo utilizan, sí será un problema”, explica en entrevista con DW Juan Carlos Moreno-Brid, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, el economista peruano Fernando Cuadros confirma a DW que el impacto económico será limitado: “México y Perú no son socios comerciales fuertes, por ello no debería haber una mayor afectación”.
Ambos países carecen de embajadores desde fines de 2022, cuando rompieron relaciones tras el asilo otorgado a Lilia Paredes, esposa de Castillo, y a los hijos de estos. Aun así, los encargados de negocios y los consulados han seguido operando. Sin embargo, esta vez, el canciller peruano Javier De Zela ha asegurado que la ruptura no implica la suspensión de vínculos consulares, aunque sí podría afectar ciertos temas comerciales.
Si la tensión llega a escalar, los expertos coinciden en que el efecto económico real sería reducido. “El comercio bilateral representa apenas unas décimas del PIB de México y alrededor de un punto del de Perú. Si se interrumpe mañana, no pasa nada”, estima Moreno-Brid. Además, “se trata de un comercio entre privados. Mientras no anuncien, por ejemplo, cambios en las condiciones arancelarias, no veo mayores problemas. Mientras México prioriza su intercambio con Estados Unidos, las exportaciones peruanas se dirigen principalmente a China y la Unión Europea” sostiene el economista Cuadros.
Un intercambio modesto
El lazo económico entre México y Perú está sustentado en el Acuerdo de Integración Comercial vigente desde 2012, con el que los dos países latinoamericanos han buscado fortalecer el intercambio de bienes, servicios e inversiones. Esto ha permitido que ambos países consoliden su presencia en la Alianza del Pacífico, de la que también son parte Chile y Colombia.
Según datos oficiales de 2024, el intercambio comercial entre Perú y México superó los 2.500 millones de dólares. Perú exporta a México principalmente gas natural y minerales como cobre o plomo, mientras que México envía a Perú tractores, productos electrónicos o artículos de cuidado personal. “Tenemos un tratado comercial desde 2012, pero el crecimiento ha sido limitado. En la lista mexicana, Perú ocupa el puesto 40 entre sus proveedores”, señala Moreno-Brid.
Entre las empresas mexicanas con presencia en Perú destacan América Móvil, FEMSA y Grupo Bimbo. Del lado peruano sobresale Ajegroup, fabricante de Kola Real. Entre enero y diciembre de 2024, la inversión extranjera directa (IED) de origen peruano en México registró un saldo negativo de -60,4 millones de dólares, reflejo de una retirada parcial de capitales o pausa en la reinversión.
Aunque el comercio bilateral es reducido, una ruptura diplomática podría ralentizar los flujos, afectar la confianza empresarial y desalentar nuevas inversiones. Y el enfriamiento ya se sintió en 2024: las exportaciones mexicanas hacia Perú cayeron un 15,9 por ciento, y las importaciones un 45,9 por ciento.
Medida “innecesaria y absurda”
“Estos roces no dinamizarán el comercio; es posible que siga cayendo, pero desaparecer, no”, afirma el experto Moreno-Brid. En la Alianza del Pacífico, que representa la décima economía del mundo, el problema sería más político que económico. “Ahí las decisiones se toman por consenso. Si dos miembros no se hablan, será complicado, pero al final prevalecerán los intereses comerciales”, cree Moreno-Brid.
Para Cuadros, la decisión del Gobierno de Jerí es “innecesaria y absurda”, pues el asilo es un derecho internacional. “Esto refleja el desorden institucional que vive Perú desde 2016 con sus continuos cambios de gobierno”, sostiene.
Ahora resta ver si el Ejecutivo peruano concede un salvoconducto a la ex primera ministra Chávez para que viaje a México. “Es lo que corresponde; después de eso, las tensiones deberían bajar”, estima Cuadros. Moreno-Brid vislumbra dos escenarios: “Que la tensión se relaje con un cambio de gobierno en Perú en 2026 o que el tema simplemente se enfríe y ambos países, un día de estos, dejen sus orgulllos y anuncien que restablecen relaciones”.
(ms)
