Este 5 de noviembre el General del Aire Carlos Chávez Cateriano pasa al retiro tras dos años al mando de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). Durante su gestión en el gobierno de la vacada Dina Boluarte intentó —aunque sin éxito— firmar el contrato final para la modernización de la flota de combate de su institución. Pero también se le recuerda por las constantes crisis en la institución, como la lamentable muerte de la piloto Ashley Vargas en circunstancias que aún se investigan.
Chávez Cateriano ingresó a la Escuela de Oficiales en 1982 y asumió la Comandancia General de la FAP el 5 de noviembre de 2023, tras una larga trayectoria como piloto de caza y jefe del Estado Mayor de la FAP.
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SIN PENA NI GLORIA
Compra de aviones de guerra aún pendiente: La renovación de la flota de combate —prioridad estratégica para la FAP— quedó incompleta al cierre de su gestión, pues, fue el mismo Chávez Cateriano quien se encargó de mediatizar la compra y perdió el tiempo en responder y acusar a los periodistas y analistas críticos del procedimiento. Ahora se sabe, por boca del exviceministro de Defensa César Torres, que es urgente una transferencia del 20% de los 3,500 millones de dólares para asegurar el contrato.
Fuentes del sector Defensa aseguran que antes de tomar una decisión se investigarán los procedimientos realizados que terminaron con una terna de tres postores con chances para ganar el contrato.
Muerte de la piloto Ashley Vargas: El accidente que costó la vida a la piloto generó fuertes cuestionamientos sobre protocolos de seguridad operacional, mantenimiento y la gestión de riesgo de la FAP durante la gestión de Chávez. La investigación y las explicaciones públicas no alcanzaron a disipar inquietudes ciudadanas y mediáticas sobre responsabilidades administrativas y técnicas. La Fiscalía sigue tras el caso y se espera, pronto, también establecer responsabilidades penales.
La salida del General Carlos Chávez Cateriano concluye una etapa con méritos operativos, pero también con episodios que dejaron heridas en la ciudadanía. La FAP conserva capacidades profesionales; sin embargo, la restauración del peso institucional exigirá al próximo comandante general decisiones transparentes, reformas de seguridad y un liderazgo, también de comunicación, que transforme y devuelva a la Fuerza Aérea su imagen de institución infranqueable.
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