Mary Noriko Vargas, una joven de apenas 19 años, cayó en las redes del narcotráfico sin imaginar el alcance del peligro. La Policía Antidrogas la intervino en el aeropuerto Jorge Chávez cuando intentaba abordar un vuelo con destino a Tokio llevando cerca de dos kilos de clorhidrato de cocaína camuflados en empaques de lúcuma escondidos entre juegos de sábanas.
Según la Dirandro, el caso es una muestra más de cómo las mafias del narcotráfico utilizan los lazos afectivos para someter a jóvenes y convertirlas en burriers. Mary, bajo el control de su pareja, obedeció cada instrucción sin sospechar que estaba siendo usada como pieza clave en una operación internacional.

El enamorado de la joven, Iván Azador Nishida, fue quien organizó todo el traslado. Foto: Noticias Nippon
El operativo se realizó en el área de embarque internacional, donde los agentes detectaron irregularidades en el equipaje. Tras un registro minucioso, hallaron los paquetes con droga valorizada en más de 300 mil dólares en el mercado asiático. La joven no opuso resistencia. Solo bajó la cabeza, en silencio.
Los investigadores confirmaron que Mary actuaba siguiendo órdenes de su enamorado, Iván Azador Nishida, quien había planificado todo el viaje. Él compró los pasajes, le explicó cómo debía comportarse y la acompañó hasta el aeropuerto. En audios incautados por la Policía se le escucha dando instrucciones precisas: que no hablara con nadie, que mantuviera la calma y que siguiera su ruta sin desviarse.
AMOR, MIEDO Y COCAÍNA
Detrás del aparente romance había una estructura criminal. La joven no viajaba sola: su pareja la manipulaba emocionalmente para asegurar su silencio. Las autoridades sospechan que la red llevaba meses operando con el mismo método, utilizando relaciones sentimentales para captar muchachas y hacerlas pasar como simples turistas.
Las investigaciones revelaron que no era la primera vez que Mary Noriko actuaba como burrier. En marzo de ese mismo año, habría realizado un viaje similar a Japón con un kilo de droga sin ser descubierta. Ese “éxito” fortaleció la confianza del grupo y motivó un nuevo envío, esta vez con mayor cantidad.
El día del operativo, cámaras de seguridad captaron a Mary recogiendo una bolsa blanca en el Callao, que luego entregó en un departamento de Miraflores donde se manipuló su equipaje. Allí se habrían preparado los paquetes de droga dentro de los empaques de lúcuma, un camuflaje diseñado para burlar los controles aeroportuarios.
La Policía identificó a los demás integrantes de la organización: los primos de Iván Azador, Luis Michi Nishida y Jefferson Nishida Izuiza. Luis acompañó a la pareja hasta el aeropuerto, mientras que Jefferson era el financista y responsable del acondicionamiento de la droga.

Joven fue detenida en el Jorge Chávez con droga rumbo a Japón.
RED FAMILIAR DESMANTELADA
Tras la captura de Mary Noriko, la Dirandro ejecutó operativos simultáneos en Lima y el Callao. En uno de ellos fueron detenidos Iván Azador y Luis Michi Nishida. Ambos enfrentan cargos por tráfico ilícito de drogas y asociación criminal. Jefferson Nishida Izuiza, en tanto, permanece prófugo y es buscado intensamente por las autoridades.
Fuentes policiales explicaron que esta red familiar tenía conexiones con intermediarios en Japón y se encargaba de reclutar jóvenes bajo engaños sentimentales o promesas de dinero fácil. La relación con Mary Noriko habría sido cuidadosamente planificada para garantizar su obediencia y evitar filtraciones.
Los agentes antidrogas destacaron la intervención oportuna que evitó que la droga saliera del país. Sin embargo, advirtieron que las mafias continúan buscando nuevos perfiles vulnerables, especialmente mujeres jóvenes, para transportar estupefacientes en vuelos internacionales.
La Dirandro sigue con las diligencias para identificar a más miembros del grupo y determinar el destino final de los envíos. Este caso, aseguran, deja una lección dura: el amor, cuando se mezcla con el crimen, puede ser el camino más corto hacia la cárcel.

                    