El recuerdo de la Hermana Margarita de su – El reportero andino

Perteneciente a la comunidad de Hermanas Canonesas de la Cruz de Perú, la Hermana Margarita Flores compartió su experiencia como formadora en la Diócesis de Chiclayo, donde tuvo la bendición de conocer y trabajar para el entonces, Obispo Prevost

Yamile López – Ciudad del Vaticano

La Hermana Margarita Flores, una religiosa peruana de la comunidad de Canonesas de la Cruz, caminaba el pasado 22 de octubre después de la audiencia del Papa León XIV con alegría y calma. “Primeramente un saludo cordial al Santo Padre a quien he tenido el privilegio de conocer en Perú… cuando estuvo de Obispo de Chiclayo…”, le dijo a los medios vaticanos, al preguntarle sobre el mensaje de la catequesis de ese día.

La sorpresiva respuesta, por supuesto, le dio paso a un breve diálogo para hablar más sobre esa especial amistad con el Papa León XIV, al que vino a escuchar en su primera visita a Roma. “Gracias por este espacio y este momento que me das, no lo busqué, tú me has encontrado… y aquí estamos felices de haber estado con esta bendición papal”, dijo.

Su comunidad religiosa fu fundada en Perú por la Hermana Teresa De La Cruz, cuya labor evangelizadora se centra en las obras educativas. Este carisma le permitió a la Hermana Margarita servir como formadora en el noroeste de su país. “Conocí al Papa en mi trabajo pastoral en la Diócesis de Chiclayo cuando él estaba de Obispo, fue por poco tiempo porque a los tres meses ya lo nombraron Cardenal y debía viajar a Roma. Mi primer contacto con él fue muy bonito porque era un hombre de Dios, de mucha visión hacia el sentido de los pobres, de una visión misionera”.

Hermana Margarita Flores

Hermana Margarita Flores

En la Diócesis de Chiclayo la Hermana Margarita trabajaba con las más de 80 parroquias formando a los catequistas e impartiendo cursos de actualización. En el poco tiempo que trabajó con el entonces Obispo Robert Prevost, conoció a un pastor muy sencillo, que no hacía distinciones, era muy cercano con todos sus hermanos y de manera especial, con los más pobres. Por eso, cuando llegó la ocasión de despedirlo, por su nombramiento como Cardenal y su posterior viaje a Roma, las diferentes oficinas de la Diócesis organizaron una reunión inspirada en esa cualidad, la sencillez.

“Le ofrecimos una despedida muy sencilla, una cena frugal y también una canción. Creo que Monseñor se merecía mucho más, pero desde la sencillez de su vida, le pareció bonita, siempre agradecido”, recuerda la Hermana Margarita y resalta el mensaje profético de la canción que le escribieron: “Era una expresión de un gracias a Dios porque nos llamaba a otras tierras extranjeras a una gran misión, sin saber que esa gran misión iba a ser la de gobernar nuestra Iglesia, al mismo sentido de Pedro, con los mismos sentimientos de Jesús y siendo un padre, pastor, amigo y buen Sacerdote”.

Entusiasmada con mirar desde la distancia y entre la multitud a su anterior Obispo, regresa a su país agradecida y contenta de este momento que ofreció por la paz mundial. “Basta ya de enfrentamientos, somos hermanos y aunque no seamos iguales, somos diferentes, tenemos un Padre celestial que es misericordioso y que nos ama aún con nuestra fragilidad”.

Se despidió feliz por el ambiente de unidad entre hermanos que se vive en cada audiencia semanal, lo que demuestra que es posible convivir en medio de las diferencias, puesto que cada miércoles gente de todas partes del mundo llega hasta la Plaza de San Pedro para renovar la esperanza que se gesta en cada corazón y crece con alegría.

Compartir fraterno con el obispo Robert Prevost (hoy Papa León XIV) en Perú

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