Según revela el estudio, el 55% migraría a Europa (principalmente España con el 21%), el 12% a Canadá, el 10% a Estados Unidos y el 11% a otro país latinoamericano. En tanto, un 5% viajaría a Asia, mientras que un 1% lo haría a Oceanía al terminar su carrera.
Otro resultado refleja, además, una preocupación profunda: dos de cada tres universitarios estiman que en una década, el Perú estará igual o peor que en la actualidad, y apenas un 26% mantiene expectativas optimistas. La incertidumbre política, la falta de confianza institucional y la percepción de desigualdad de oportunidades explican principalmente la tendencia.
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En conversación con Gestión, Fernando Huamán, director del CIOP-UDEP, manifestó que el dato debe interpretarse en relación directa con el descrédito hacia los actores políticos y económicos.
“No es el sistema económico lo que rechazan, sino a los actores. El primer factor es la mala percepción hacia estos actores. La insatisfacción está en cómo perciben que el sistema satisface su día a día (…) Estamos hablando de un perfil que no solo busca trabajar y generar dinero, sino también calidad de vida. Por eso miran hacia afuera, mucho más a Europa y en concreto España, país con el que compartimos idioma”, explicó.
El investigador añadió que la incertidumbre política es hoy el factor que más empuja a los jóvenes a considerar la migración. Desde 2017, el país vive en una constante inestabilidad, lo que genera miedo y proyecta un futuro incierto. “Si no se trabaja en reducir la incertidumbre, el deseo de salir del país seguirá creciendo”, sostuvo.
Los sectores que concentra la demanda internacional
Una relación queda al descubierto: la disposición a migrar conecta con una demanda global de talento que no está siendo cubierta. Rafael Angulo, director de Operaciones y Mejora Continua de ManpowerGroup Perú, resaltó que existe una coincidencia entre las aspiraciones de los jóvenes y las necesidades de los mercados internacionales.
“Hoy hay tres sectores que concentran las mayores expectativas de contratación a nivel global: tecnología e información, servicios financieros y transporte-logística-automotriz. En estos rubros la demanda supera ampliamente la oferta local, y los países buscan captar jóvenes de regiones como América Latina”, explicó.
El caso de Europa sirve de ejemplo: países que enfrentan escasez de choferes y técnicos reclutan de manera activa en mercados como el nuestro, donde existe una alta disposición de los jóvenes a migrar.

El 94% de universitarios estaría dispuesto a migrar apenas termine su carrera. Foto: CIOP-UDEP.
¿Fuga de talento o crisis temporal?
El riesgo que tiene el país ante una salida masiva de profesionales recién formados ha sido bautizado como “fuga de talentos”, no obstante, Angulo prefiere llamar el eventual escenario de otra manera.
“Yo no lo llamaría aún una fuga de talento. Hoy enfrentamos una crisis temporal de inestabilidad. Si no se toman acciones para retener a los jóvenes, esto podría impactar de una mayor manera”, advirtió.
En esa misma línea, el especialista apunta a la necesidad de que las empresas implementen políticas activas de retención, tales como trabajo flexible, modalidades híbridas de trabajo, programas de capacitación y liderazgo, así como sistemas de reconocimiento para el talento.
“Los jóvenes valoran cada vez más el balance entre vida personal y laboral. Creo que tenemos que trabajar más en este tipo de estrategias de flexibilidad de horario, de flexibilidad entre balance y vida de trabajo, que puedan ayudar a que ellos encuentren nuestro país como una opción más interesante”, agregó.
Un país que no atrae a su propio talento
El estudio en mención también indaga en otros aspectos de las expectativas universitarias. A nivel laboral, el 67% ansía encontrar un empleo formal dentro de los primeros cinco años de egresado, en tanto un 17% aspira a emprender. El sector privado es la opción preferida (63%) para buscar trabajo, ante un 24% que elegiría el público, mientras que Lima, la capital, concentra la preferencia como destino laboral con un 57%.
En otra perspectiva, el interés por invertir en el Perú no es muy grande. El 49% de los universitarios afirma que, si tuviera un capital fuerte, lo colocaría fuera del país. Para Huamán, ciertamente, este resultado responde más a una falta de confianza institucional que a problemas económicos.
“Los jóvenes lo que esperan fundamentalmente es libertad para crecer económicamente, pero la inestabilidad hace que el futuro sea incierto. Con el próximo proceso electoral, ingresarán nuevos actores que tienen que dar certidumbre, poner las reglas de juego claras”, señaló.
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Riesgo a un país sin modernización
Si bien la percepción podría cambiar más adelante, en especial con el proceso electoral de abril próximo, de materializarse el escenario, las consecuencias podrían ser significativas. ¿Cómo así? Huamán alertó que el Perú podría ver comprometida su capacidad de modernización e innovación.
“El público universitario está llamado a dinamizar la economía en los próximos años. Si el talento se va, el Estado no se moderniza y el sector privado no innova”, remarcó el experto.
Ambos especialistas coinciden que el reto se encuentra tanto en el ámbito político como empresarial, lo cual se traduce en reducir la incertidumbre y generar condiciones realmente atractivas para la permanencia del talento y el desarrollo de su potencial en el país.