Después de haber liderado una organización de narcotraficantes en Buenos Aires, Argentina, entre mediados de los años 90 y la primera década del 2000, Marcos Estrada Gonzáles fue condenado y expulsado al Perú en 2022. Su hermano Fernando Estrada Gonzáles, prófugo durante 13 años, se entregó a la policía bonaerense en 2023. El espacio que dejó la familia Estrada en el mundo narco fue rápidamente ocupado por una nueva generación de traficantes peruanos, en la que la familia Valverde, del distrito de La Esperanza, provincia de Trujillo, región La Libertad, cumple un destacado papel.
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Inteligencia Artificial
Pero hay una gran diferencia. En la época en la que reinaban los Estrada, los narcotraficantes se dedicaban especialmente a la venta al menudeo de la droga. Ahora han escalado de posición. Recientes intervenciones policiales en Argentina han revelado que ahora manejan virtualmente toda la cadena: desde el transporte de los centros de producción, como el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), hacia la zona selvática de Bolivia y luego con dirección a Argentina. Además, ingresan a territorio argentino con mayores cantidades de cocaína, lo que implica movilizar importantes sumas de dinero. Es decir, una mejor posición económica, y por lo tanto, amplia disponibilidad para corromper autoridades. No es un dato menor.
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El 22 de enero de este año, una avioneta que cargaba 359 kilos de cocaína, hizo un aterrizaje forzoso por falta de combustible en Entre Ríos, Argentina. El piloto de nacionalidad brasileña inició su viaje en Bolivia y usaba una matrícula falsa de este país. La policía descubrió que el dueño de la droga era el peruano José García Nazario, de 43 años, nacido en el distrito de Virú, La Libertad. Y que los propietarios de la aeronave eran Saúl Villanueva Echevarría y sus hijos Steven y Saúl Villanueva Tomas. Es más, Steven Villanueva Tomas, se licenció como piloto para dedicarse a los narcovuelos.

Patria chica. Una vista del asentamiento Nueva Indoamérica, de donde salieron los Valverde. Foto: La República
Mientras la policía antidrogas bonaerense le pisaba los talones a José García Nazario, el propietario de la droga, los agentes detectaron que este se dedicaba a entregar bultos de droga en varios puntos de Buenos Aires. Este es un indicativo de que los narcos peruanos han ampliado sus capacidades para despachar cocaína desde centros de producción en el país y repartirla a puntos de expendio en la capital argentina. El 11 de septiembre de este año, José García huyó de sus perseguidores e ingresó al Perú.
La policía antinarcóticos bonaerense se encontraba vigilando y deteniendo a otros cómplices de José García Nazario (el 27 de junio de este año, el piloto Steven Villanueva Tomas fue detenido con 15 kilos de cocaína y US$500 mil), el 19 de septiembre se denunció la desaparición de Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15). El 24 los cuerpos de las jóvenes fueron hallados enterrados en fosas clandestinas, en una casa donde vivía el peruano Miguel Villanueva Silva. El mismo día la policía bonaerense identificó a Tony Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, como cabecilla de una organización de narcos en Buenos Aires que ejecutó a las tres mujeres. Fue una venganza porque Lara Gutiérrez confió a una banda rival un escondite de droga y dinero. Al menos 400 kilos, una cantidad poco frecuente en la época del dominio de la familia del capo Marcos Estrada Gonzáles. Pero hay otra gran diferencia entre los Estrada y los Valverde. Los Valverde es un clan familiar dedicada al crimen.
Cuando circuló el retrato de “Pequeño J”, los parientes de las víctimas dudaron de que este joven de 20 años fue quien planeó el triple homicidio. La primera pista que La República halló para desentrañar las raíces familiares de Tony Valverde fue la coincidencia de la dirección que consignó en su DNI, con el domicilio que reportó Miguel Villanueva, dueño de la casa donde se cometió el horroroso asesinato: asentamiento humano Nueva Indoamérica, distrito de La Esperanza, provincia de Trujillo, región La Libertad. No podía ser una coincidencia, como efectivamente este diario verificó.

Droga. En enero último fue intervenida una avioneta con cocaína de peruanos.
“Pequeño J” no solo proviene de una zona dominada por organizaciones criminales como “La Jauría”, “El Gran Marquez” y “Los Injertos de Nueva Jerusalén”, entre otras. Su padre, Janhzen Valverde Rodríguez, era uno de los líderes de esta última. El 16 de diciembre de 2018, fue ejecutado en venganza porque uno de su grupo mató a uno de sus componentes. Esta pista fue determinante para descubrir el clan familiar de los Valverde.
Los registros policiales, fiscales y judiciales, indican que al abuelo de “Pequeño J”, José Luis Valverde, se le acusó de hurto agravado (mediante el uso de armas). Además, los tíos de “Pequeño J”, Manuel Valverde Rodríguez, “Chuman”, y Luis Valverde Rodríguez, “Serranasho”, aparecen involucrados en delitos de homicidio, extorsión y otros. Según el registro migratorio, “Chuman” y “Serranasho” viajaron y regresaron de Argentina por primera vez entre 07 de diciembre de 2011 y el 25 de enero de 2012.
Cuando la policía intervino las viviendas donde vivía “Pequeño J”, encontró evidencia documental de “Chuman” y “Serranasho” se encontraban en contacto con el sobrino (una transferencia de dinero para Luis Valverde Rodríguez, “Serranasho”, y una ficha del consulado peruano a nombre de Kevin Valverde Urtecho, hijo de Manuel Valverde Rodríguez, “Chuman”. Los papeles están fechados en agosto de este año. Justamente el último movimiento migratorio de los hermanos señala como destino Bolivia, desde donde muy probablemente se trasladaron a Argentina. Kevin Valverde, como su primo Tony Valverde, también aparece con familiares portando armamento, por lo que no se descarta que sea parte de la organización en Buenos Aires.
“Estamos convencidos de que en Argentina se ha dado inicio a una nueva era criminal, como ocurre en México, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. Pienso que llegó el momento de sacar la artillería, porque nuestros países vecinos están desbordados de criminalidad”, explicó el especialista argentino en Seguridad y Contraterrorismo, Daniel Adler.
“Es evidente que el Perú no está controlando su crisis de inseguridad, y estamos viendo sus efectos en la República Argentina”, apuntó.
El jefe de la División de Investigación Criminal de Trujillo, coronel PNP Johnny Huamán Mariano, no descartó que otro miembro de la familia Valverde sea el capo de la organización en Buenos Aires y que “Pequeño J” cumplía labores importantes de esta mafia pero que no era el líder.
“‘Pequeño J’ pertenece a una nueva generación de los Valverde, que vivió y aprendió de su padre y sus tíos al margen de la ley. Sabemos que un familiar, que se dedicaba a la microcomercialización de droga, lo llevó a Argentina ilegalmente y vivió con él. Por información de inteligencia, sabemos que la mayoría de los familiares del “Pequeño J” no viven aquí, sino en Argentina. Uno de ellos es el cabecilla”, señaló el coronel Johnny Huamán. ¿Quién es? Pronto se sabrá.
“Pequeño J es el reflejo de lo que hizo su padre y sus tíos”
- “Lo que hizo el ‘Pequeño J’ en Argentina (el narcotráfico y el triple homicidio), sencillamente es el reflejo de lo que vivió y aprendió en su niñez. Refleja lo que adquirió de su padre y de sus tíos, con quienes mantuvo contacto hasta el momento en que lo detuvieron”, afirmó el coronel PNP Johnny Huamán.
- “El padre del ‘Pequeño J’ era un delincuente dedicado en un inicio al robo y al desmantelamiento de vehículos en Trujillo. Pero como veían que no era rentable, terminaron extorsionando a gran escala a sus víctimas para devolverles su propiedad”, explicó.
- “La tasa de homicidios por cada 100 ml habitantes es de 3,8 en Argentina y de 6,0 en el Perú. Casi el doble. A esto se suma que el segundo productor mundial de cocaína es el Perú y Argentina se ha convertido en receptor de esa droga”, destacó Daniel Adler.
- “Nosotros vemos que mucho de la criminalidad extranjera, como la peruana, se está posicionando en la República Argentina”, dijo.