María Obregón Marengo es alta, usa anteojos de medida y tiene la mirada triste. Es la mayor de tres hermanos y la encargada de librar una batalla legal que en el 2022, empezó su madre, la mujer de la fotografía que acompaña este reportaje.
Su madre se llamaba María Rosa Marengo Di Gianvitto. Y murió de cáncer hace un año. La batalla que libraba era por recuperar su casa, un inmueble ubicado en San Miguel por el que no se le habría pagado un sol.
“Que mi mamá se haya ido sin poder ver la casa, es una afrenta. Es sentirse derrotado, pero la pelea aún no termina”, refiere María Obregón.
La persona que le quitó la casa, según señala, se llama Marlon Ninahuanca Pariona.
Perú21 ya se ocupó de este personaje antes. Marlon Ninahuanca fue protagonista del primer capítulo de esta serie periodística.
Sobre él se sabe que es un militante del partido político Podemos Perú del actual congresista José Luna Gálvez. Y que además firmó un certificado de trabajo para que Andrea Vidal pudiera acreditar experiencia laboral ante el Congreso.
Vidal obtuvo el empleo. Pero en diciembre pasado, fue asesinada a balazos por dos sicarios a pocas cuadras de su casa.
En papeles, Vidal fue asistente legal de la empresa constructora A2, la firma de Ninahuanca, entre mayo de 2018 y octubre de 2020. Sin embargo, como ya contamos en el primer capítulo, la propia gerente de la empresa A2, a través de su abogado, dijo que nunca la vio en la oficina.
Lo que no se sabía hasta ahora era que Marlon Ninahuanca es un hombre cercano a la familia Luna, sobre todo al hijo menor Luis Felipe Luna Morales. Ambos, Ninahuanca y Luna son investigados por la fiscalía.
El proyecto familiar.
Esta historia empezó en octubre de 2015. En esa fecha, María Marengo conoció a Ismael Zamudio Romero, un hombre de 46 años que, aún cuando no lo era, decía ser abogado. El sujeto le prometió ayuda para cobrar una deuda que hasta ese momento no había podido ser ejecutada.
Zamudio siempre tenía una excusa muy bien envuelta con su verbo grandilocuente y eficaz, de ese que se aprende más en las calles que en los libros.
Una cosa fue llevando a otra y en el 2016, de pronto, la señora Marengo y Zamudio hablaron de un posible negocio inmobiliario. Ella tenía la casa y él, aseguraba, los contactos.
“Teníamos la intención de construir un edificio en nuestra casa en San Miguel para mejorar nuestros ingresos”, recuerda María Obregón.
Ya por entonces, Marengo era viuda. Vivía con sus tres hijos en la casa que había heredado de sus padres. Este cómodo inmueble de tres pisos estaba ubicado en el distrito de San Miguel.
“Era la casa de mis abuelos. Allí crecieron mi mamá, mi hermana y yo. Mi mamá tenía 14 años cuando mis abuelos la compraron”, refiere María Obregón.
La idea era construir un edificio sobre el terreno de 140 metros cuadrados. Uno de los departamentos quedaría en manos de la señora Marengo y su familia. El resto se vendería, generando un porcentaje de ganancias tras cada venta. Esa era la idea inicial.
Durante los primeros meses de 2017 la idea del proyecto inmobiliario empezó a concretarse.
El supuesto abogado decía que tenía al socio ideal, al hombre que iba a invertir en la construcción. Ese sujeto era Marlon Ninahuanca Pariona, quien por esas fechas tenía 28 años y un grupo de buenos amigos.
Casa tomada.
El 10 de mayo de 2017 se creó la empresa constructora A2. Sólo una semana después, el 17 de mayo, la constructora firmó un contrato con la señora Maria Marengo.
El supuesto abogado Ismael Zamudio jugó un rol clave. “Él nos presentó a la constructora A2”, recuerda María Obregón.
En los planes, A2 era la empresa constructora que iba a demoler la casa y luego a construir el nuevo edificio. La familia Marengo aportaba el terreno. Parecía un negocio ventajoso para todos.
“Nos propusieron una sociedad en la que se encargarían de la construcción. Nos darían un departamento y un porcentaje de las ventas de los demás departamentos”, precisa María Obregón.
Por esa razón aceptaron.
Aconsejada por Ismael Zamudio, María Marengo firmó el “contrato de asociación” con A2 Constructores. Eso ocurrió el 17 de noviembre de 2017 en la notaría Rodríguez ubicada en La Molina.
Siempre por consejo del supuesto abogado Zamudio, María Marengo firmó otros documentos en esa misma notaría. El 21 de noviembre, le otorgó un “poder amplio” a Lishely Caballero Viera. La hermana de Lishely era una de las fundadoras de A2 y amiga de Marlon Ninahuanca, una muchacha por entonces de sólo 23 años.
Lishely Caballero parecía confiable. De alguna manera también estaba comprometida con el proyecto. Caballero se iba a encargar del diseño del edificio a través de su empresa llamada Arkes.
Sin embargo, firmar ese “poder amplio” a favor de la joven, fue el peor error de María Marengo. Así de claro lo resume María Obregón: Este papel les valió para empezar su jugada.
Con todos los papeles firmados, María Marengo salió de su casa de toda la vida junto a su familia para dar paso a la construcción del edificio. Era enero de 2018.
Mientras se edificaba todo, la familia Marengo se fue a vivir al tercer piso de un edificio ubicado en el fondo de una cochera en Carmen de la Legua. En ese lugar la constructora A2 ofreció construir un departamento momentáneo hasta que se culminen las obras.
“Nos hicieron un prefabricado que se está cayendo. Hace agua. Tiene el techo roto. Ni el piso está nivelado. Es como un maltrato”, dice indignada María Obregón.
María Marengo y su familia decidieron hacer el sacrificio de vivir en ese lugar, a pesar de que era incómodo y muy precario. Las fallas estructurales están por todas partes. El lugar no tiene luz, el agua se filtra por los techos y las paredes se descascaran con facilidad.
Pero este sería apenas el comienzo de la pesadilla.
La pesadilla se convirtió pronto en una peligrosa realidad. Eso ocurrió el 26 de octubre de 2018, cuando Lishely Caballero Viera, la muchacha de 23 años en quien María Marengo había confiado como su apoderada, la traicionó.
Sin que Marengo lo supiera, Caballero cedió todos los “poderes amplios” que ésta le había otorgado y se los transfirió a Marlon Ninahuanca Pariona. Esta operación notarial le permitió a Ninahuanca hacer una jugada a su favor.
“Ellos inscriben la propiedad en registros públicos a nombre de ellos. ¿Cómo lo habrán hecho? No sé, pero sé que usaron ese poder para hacerlo”, dice con bronca María Obregón.
Aprovechando que contaba con los “poderes totales” de María Marengo, el camino estaba allanado para Ninahuanca. El 24 de octubre de 2019 hizo una operación inmobiliaria tramposa. Se vendió la propiedad así mismo. Usó el poder notarial otorgado por María Marengo para transferir la casa a nombre de su empresa A2.
Los documentos de Registros Públicos indican que la compra-venta del inmueble se efectuó a favor de A2 constructores por 100 mil soles.
La familia Marengo asegura que no recibió un sol por esa transacción. Lo que sí recibió fue evasivas y desprecio. Los teléfonos se apagaron. Nadie contestaba las llamadas. Y cuando lo hacían, el trato era violento y agresivo.
“Caemos un poco en cuenta de que se llevaron nuestro patrimonio. Tratamos de contactarnos, no nos atendieron”, recuerda María Obregón.
Todos desaparecieron. Hasta el supuesto abogado Ismael Zamudio que presentó a las partes se hizo humo. Así transcurrió un año desde la fecha en que dejaron la casa de toda su vida. Pero lo peor estaba aún por llegar.
El carrusel inmobiliario.
La propiedad empezó a pasar de una mano a otra. En este carrusel inmobiliario aparece Luis Felipe Luna Morales, el hijo de un conocido político que quiere ser presidente del país.
María Marengo aseguró en vida que nunca recibió dinero alguno por esta transacción. Su abogada confirmó esa información a Perú21. Miriam Aguirre afirma que “la señora falleció y nunca obtuvo ni siquiera ni un solo dólar de ese proyecto”.
Pero Ninahuanca no se quedó con la propiedad. Unos meses después, en enero de 2020, vendió la casa por 105 mil soles. Según los documentos de Registros Públicos, el comprador fue Luis Felipe Luna Morales, el hijo del parlamentario y líder de Podemos Perú, José Luna Gálvez.
“Lo vende de primera mano a Luna, Luna Morales, a un precio por debajo del valor comercial”, dice la abogada de la familia Marengo.
Luis Felipe Luna Morales no quiso conceder una entrevista a Perú21. Adujo que el caso se estaba ventilando en el ámbito penal.
Pero hay más. Poco tiempo después de que Ninahuanca, a través de su empresa A2, le vendiera la propiedad a Luis Felipe Luna Morales, éste último se la volvió a vender a Ninahuanca, pero no como persona jurídica sino como persona natural. Es decir, la casa pasó de una mano a otra entre estos dos personajes.
Esa transacción, por 170 mil soles, se efectuó el 25 de marzo de 2021, de acuerdo con los Registros Públicos de Lima.
Cuando la propiedad volvió a manos de Marlon Ninahuanca, éste la volvió a vender. Esa operación inmobiliaria se efectuó el 21 de julio de 2021.
El matrimonio conformado por Cira Gómez Carbajal y Elmer Garay Espinoza pagó por la casa 100 mil dólares, unos 399 mil soles al cambio de la época.
Hoy, en lo que alguna vez fue la casa de los Marengo en San Miguel, hay un edificio de 7 pisos. Pero la edificación no fue hecha por Marlon Ninahuanca.
La enfermedad tomó a Maria Marengo por sorpresa, sin dinero y despojada de su propiedad. Inició acciones legales, pero el cáncer le jugó en contra. Es probable que la pena, la angustia y la depresión por perder un querido bien familiar, también hayan debilitado sus defensas. Murió en octubre de 2024.
Desde entonces María Obregón, junto a su abogada Miriam Aguirre, libra una lucha legal por recuperar lo que algún día le perteneció: su casa. No quiere nada más. Se lo debe a su madre, dice.
Estafa agravada y falsificación de documentos son los cargos que se le imputan a Marlon Ninahuanca e Ismael Zamudio. A Luis Felipe Luna Morales se le investiga por falsedad genérica.
“El ideal de todos es encontrar justicia, pero en un país donde la justicia tiene apellidos tan grandes como Luna Morales, me cuesta trabajo creer que la encontremos”, señala la abogada Miriam Aguirre.
Un carrusel inmobiliario, un negocio ventajoso para algunos, una familia afectada que se quedó sin casa ni dinero y los vivos de siempre. La historia criolla que nunca acaba.