En la ciudad costera de Huacho, conocida por sus playas, su ceviche y su gente cálida, un crimen monstruoso marcó para siempre el inicio del 2024. Las hermanas Anabel y Lesly Inocente Ocaño, de apenas 18 y 16 años, fueron halladas sin vida dentro de una habitación del Hotel D’Poly, en el sector de Amay.
Una escena de horror, de esas que hielan la sangre: una de ellas degollada, arrodillada sobre la cama; la otra, envuelta en una sábana, escondida bajo el colchón. Ambas con cortes profundos en el cuello. Y todo, presuntamente, por obra de un conocido de la familia.

Christian Ronaldo Trujillo Bardales reservó la habitación del hotel donde fueron asesinadas las adolescentes. (Foto: capturas/Latina)
Un sujeto que decía quererlas, pero que terminó revelándose como un psicópata. Esta semana, el programa ‘Estás en todas’ recordó este caso que estremeció al país.
UNA CITA MORTAL Y UNA VENGANZA ANUNCIADA
El viernes 12 de enero, las jóvenes avisaron por teléfono a su madre que se dirigirían a la Plaza de Armas de Huacho. Las había invitado a almorzar Christian Ronaldo Trujillo Bardales (22), un vecino de su natal Chingas, Áncash, a quien conocían desde pequeños.
Christian había regresado recientemente de Chile y, según contaron los familiares, incluso fue acogido en su momento por los padres de las chicas, quienes le brindaron comida y apoyo.
Lo que nadie imaginaba es que Christian escondía una oscura obsesión por la menor de las hermanas, Lesly. Desde hacía cinco meses mantenían una relación sentimental. Pero cuando ella decidió terminarlo por sus actitudes posesivas y violentas, él no lo soportó. Su mejor amiga lo sabía. Lo había advertido: “Ese chico no acepta un no”.
A las 2:56 de la tarde, las cámaras de seguridad del Hotel D’Poly captaron a Christian ingresando primero con una mochila. Detrás venía Lesly, confiada. Él entró a la habitación; ella esperó afuera. Minutos después, salió con una casaca en la mano y le vendó los ojos, haciéndole creer que le daría una sorpresa. Pero la realidad era otra. Dentro del cuarto ya tenía todo planeado. Sacó un cuchillo, la inmovilizó, la ató de pies y manos, y le cortó la garganta.
Luego de 30 minutos, sale nervioso, revisa su ropa, sube y baja escaleras para cerciorarse de que nadie lo haya visto. A las 3:33 de la tarde, vuelve con Anabel. Ella lo esperaba, preocupada, por su hermana menor. Él le hace una señal de silencio, entra primero, y ella lo sigue. Ocho minutos después, Christian abandona el hotel con la mochila, las llaves… y la sangre de ambas hermanas en sus manos.
DOS DÍAS DE ANGUSTIA Y UNA ESCENA ESPANTOSA
El domingo 14 de enero, el olor fétido alertó al personal del hotel. La habitación 407 no había sido desocupada. Al abrirla, se encontraron con el espanto: Lesly estaba debajo de la cama, envuelta en una sábana, con signos de estrangulamiento y múltiples cortes. Anabel, degollada, recostada sobre el colchón. Las paredes, las almohadas, el piso… todo estaba cubierto de sangre.
Los padres, que habían viajado desde Áncash para buscarlas, llegaron al hotel con la esperanza de encontrarlas vivas. Salieron de ahí con el alma rota.

Feminicida tuvo que se trasladado con un casco y un chaleco antibalas ante la furia de los vecinos.
La Policía de Huacho, junto con agentes de Inteligencia, identificó rápidamente al principal sospechoso gracias a los videos de seguridad. Christian había salido del hotel a las 3:47 p.m. del viernes. Tomó un mototaxi hacia el óvalo y de ahí, según se cree, viajó a Lima en un bus interprovincial.
Tras días de intensa búsqueda, lo ubicaron en una casa deshabitada en Ventanilla, propiedad de una de sus hermanas. El martes 16 de enero fue capturado. Llevaba dos celulares, una mochila y el cuchillo que habría usado. Al ser confrontado por los agentes y ver las imágenes de las cámaras, no lo negó: “Sí, yo las maté”, dijo sin inmutarse.
UNA MENTE ENFERMA
No era la primera vez que Christian tenía problemas con la ley. En diciembre de 2023 fue denunciado por hurto agravado tras robar S/ 2800 de un hostal donde trabajó en Los Olivos. En 2022, hizo lo mismo con 3800 soles en el Callao, tras ganarse la confianza de otro empleador.
El psicólogo Hugo Rojas, consultado por medios locales, fue contundente: “No es bipolaridad. Es un caso claro de psicopatía. No siente culpa, ni remordimiento. Es un enfermo social. No le importa el dolor ajeno. Solo actúa según su deseo”.
Durante la audiencia ante el Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Huaura, Christian intentó explicar su conducta: “Cuando me enojo, suelo perder el control… ya he lastimado a mi madre, mi padre, mi hermana”, dijo. Pero nadie en la sala parecía creerle. Ni siquiera él mismo.
El juez Galileo Mendoza dictó 18 meses de prisión preventiva. El asesino confeso fue trasladado con chaleco antibalas al penal de Carquín.
UNA MADRE ROTA Y UN PUEBLO ENTERO QUE CLAMA JUSTICIA
Silvia Ocaña Pineda, madre de las víctimas, ha pedido justicia incansablemente. Entre sollozos, exigió cadena perpetua, incluso pena de muerte: “Presidenta Dina Boluarte, póngase la mano en el pecho. Ayúdeme. Mis hijas no merecían esto”.
Anabel soñaba con ser contadora. Lesly quería ser profesora de inicial. Habían llegado a Huacho apenas el 2 de enero, con el corazón lleno de ilusiones. El 14, sus cuerpos fueron devueltos a Chingas, su tierra, para darles cristiana sepultura.
Fueron enterradas juntas, en el mismo féretro, con sus pertenencias. El pueblo entero se volcó al cementerio. Hoy, la comunidad se organiza para marchar por justicia.
Días después, la policía y el Ministerio Público intentaron realizar la reconstrucción del crimen en el Hotel D’Poly. Pero Christian sufrió una crisis nerviosa al llegar a la habitación 407. Se descompensó y guardó silencio. El mismo silencio con el que, fríamente, se marchó dejando dos cuerpos atrás.

