Cuatro meses de angustia, un final desgarrador. Los restos óseos calcinados hallados en un descampado de Tanguche, en la provincia de Virú, pertenecerían a Nayeli Dávalos Ticlio, la joven enfermera de 22 años que desapareció el pasado 23 de febrero. El hallazgo fue posible gracias a la confesión de Hans Saavedra, alias ‘Gordo Hans’, quien guio a los agentes de la Divincri Trujillo hasta el lugar del horror.
Según reveló ‘Cuarto poder’, Hans no solo admitió su participación en el crimen, sino que también reveló detalles estremecedores del asesinato. Dijo que fue Julián Reyes, un presunto sicario vinculado a la banda de ‘Cuchillo’, quien le disparó a Nayeli dentro de su vehículo. Luego, junto a Ezequiel Lezama, regresaron a la escena para quemar el cuerpo y eliminar todo rastro.
Eran las 3 de la mañana del 20 de junio cuando los agentes, guiados por Saavedra, llegaron al descampado. Allí, entre la tierra y las piedras, hallaron restos óseos junto a unos aretes, una argolla y unos lentes que, según la familia, pertenecían a Nayeli. “Era ella”, dijeron entre lágrimas. Pero aún falta la confirmación oficial: los restos fueron enviados a Lima para la prueba de ADN, cuyo resultado podría tardar hasta un año.
La escena del crimen quedó registrada en cámaras: Nayeli bajó de un taxi y abordó la camioneta de Hans. Esa fue la última vez que se le vio con vida. En su confesión, Hans cuenta que Julián Reyes se subió al vehículo, fingió tomarse una foto con la joven y, en un instante de traición, le disparó a quemarropa.

NEXO CON MASACRE EN PATAZ
Para la Policía, la muerte de Nayeli no fue al azar. La joven había sido vista semanas antes en la escena del asesinato de un minero ilegal en Pataz, también presuntamente ejecutado por Reyes y Lezama. Esa coincidencia fue clave para entender el móvil: Nayeli habría sido silenciada por haber presenciado un crimen vinculado a la organización criminal de ‘Cuchillo’, hoy preso por la masacre de 13 personas en esa misma zona.
Reyes, considerado un sicario de confianza de ‘Cuchillo’, fue identificado como el mismo sujeto que aparece en un video ejecutando a sangre fría al minero Ángelo Araujo el pasado 16 de enero. En las imágenes también aparece Ezequiel Lezama, quien hoy está detenido junto a Hans y Julián.

Familiares de Nayeli la buscaban con desesperación.
Foto: Redes sociales
“ME LA MATARON, ME LA QUEMARON”
Nayeli Dávalos era una joven entusiasta, madre de un pequeño que aún no cumple tres años. Estaba a punto de recibir su título como enfermera técnica, pero sus sueños fueron brutalmente truncados. “Ella quería ser doctora, pero no nos alcanzó para apoyarla”, contó su madre entre sollozos.
El dolor en la familia es inmenso. A la pérdida de Nayeli se suma la desaparición del padre de su hijo, quien también habría estado involucrado con minas ilegales en Pataz. “Vinieron por mi hermano, y después por ella”, declaró una familiar, temiendo que ambos crímenes estén conectados.
Hoy, la historia de Nayeli duele e indigna. Su caso se suma a una larga lista de mujeres jóvenes víctimas de la violencia brutal en el país. La justicia aún está en proceso, pero su familia no descansará hasta que todos los responsables paguen por lo que hicieron.