
La pregunta que numerosos peruanos se hacen cada vez que la tierra tiembla es directa y angustiante: ¿cuándo ocurrirá el gran sismo? La inquietud se repite en Lima y otras ciudades costeras, especialmente tras movimientos telúricos recientes que, aunque de baja magnitud, reavivan el temor a un terremoto devastador. El Instituto Geofísico del Perú (IGP) respondió con claridad a esta interrogante que preocupa a millones.
Hernando Tavera, presidente del IGP, fue tajante al explicar los alcances de la ciencia en la actualidad. “La población a veces quiere saber con precisión cuándo va a ocurrir el sismo. Lamentablemente la ciencia no llega a ese nivel de información. Lo que la ciencia sí ha logrado es el camino hacia el pronóstico”, afirmó durante una entrevista con La Noticia Perú.
El especialista remarcó que, si bien es imposible predecir el momento exacto de un sismo, sí se han logrado avances importantes para identificar zonas donde podrían ocurrir terremotos de gran magnitud. En el caso del Perú, esa área de riesgo está ubicada frente a la costa central, donde, según el IGP, hay una franja de más de 300 kilómetros que estaría acumulando energía.

Tavera recordó que Lima no experimenta un terremoto desde 1974, pero que esto no significa que esté libre de peligro. Por el contrario, indicó que la capital se encuentra en una situación preocupante debido a la manera en que se ha expandido en las últimas décadas. Muchas construcciones, señaló, se han levantado sin asesoría técnica y sobre suelos de baja calidad o inestables.
“En Villa El Salvador, principalmente en Lomo de Corvina, los suelos son muy inestables. Lo mismo ocurre en algunas zonas de Villa María del Triunfo. En Ventanilla, hay presencia de agua y las casas se han levantado sobre rellenos”, advirtió.
A esto se suma la ocupación de riberas de ríos y quebradas de cerros por viviendas autoconstruidas, en muchos casos sin planificación urbana ni asesoramiento profesional.

Para el jefe del IGP, la preparación ante sismos debe comenzar con una evaluación individual y familiar. Propone tres pasos básicos: revisar la calidad del suelo, verificar la estructura de la vivienda y considerar su ubicación geográfica. Además, insiste en la importancia de la educación preventiva y la realización de simulacros familiares.
“En Lima, solamente el 30 % de la población participa en los simulacros organizados. Eso demuestra un nivel muy bajo de cultura de prevención. Y eso, sumado a las malas condiciones de vivienda, incrementa el riesgo”, señaló Tavera.
Otro de los puntos abordados fue el sistema de alerta temprana que el gobierno peruano espera implementar próximamente. Aunque se ha anunciado que podría estar operativo hacia finales de año, Tavera aclaró que este sistema no predice sismos, sino que detecta que ya ocurrieron y permite ganar algunos segundos antes de que las ondas lleguen a una zona determinada.

Este margen puede ser vital en ciudades alejadas del epicentro. “Si este sistema hubiera funcionado en el año 2007, cuando ocurrió el sismo de Pisco, el tiempo de alerta para Lima hubiera llegado con 30 o 35 segundos. Pero para Pisco habría sido cero”, explicó. En el caso de un sismo frente a Lima, el tiempo de alerta sería de apenas 4 o 5 segundos en la Plaza de Armas, insuficiente para reaccionar si no se está preparado.
Tavera también fue consultado sobre los acantilados de la Costa Verde, donde en los últimos años se han desarrollado importantes obras de infraestructura. Según señaló, incluso sin sismos, ya se han producido desprendimientos de materiales por erosión, viento o humedad. “No se necesita un estudio especializado para entender el nivel de riesgo que puede haber de manera puntual en cada uno de los distritos”, afirmó.
Frente a todas estas advertencias, Tavera destacó que la solución no pasa solo por las autoridades ni por esperar que alguien más tome las decisiones. El especialista hizo un llamado a la responsabilidad ciudadana: revisar dónde y cómo se construyen las viviendas, promover una cultura de prevención y organizar simulacros en casa, en familia, son acciones que están al alcance de todos.
“No ganamos nada fiscalizando cuando una vivienda ya está construida. La cultura de prevención debe nacer de nosotros mismos”, sentenció.