
Un eventual terremoto de gran magnitud en la capital del Perú no solo provocaría caos y pánico, sino que arrasaría con cientos de miles de viviendas, dejando un escenario de devastación sin precedentes. Así lo estimó el Ministerio de Vivienda, que presentó una preocupante proyección ante la posibilidad de un sismo superior a los 8 grados en Lima Metropolitana y el Callao. Según el titular del sector, Durich Whittembury, se calcula que más de 350 mil inmuebles colapsarían o sufrirían daños graves.
Entre las zonas más expuestas a este escenario catastrófico figuran Ventanilla, Callao, el centro histórico de Lima, Barrios Altos y varios distritos periféricos, como San Juan de Lurigancho, Villa El Salvador, San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo, Rímac, Los Olivos, Ate y Puente Piedra. Estas jurisdicciones concentran una gran cantidad de edificaciones antiguas, asentamientos informales y viviendas levantadas sin orientación técnica.
El ministro Whittembury detalló que el nivel de afectación previsto alcanzaría un “nivel cinco”, es decir, un estado severo de destrucción en aproximadamente el 85 % de las viviendas identificadas como vulnerables.

Esta estimación del gobierno considera factores como el tipo de suelo, el nivel de formalidad en la construcción y la antigüedad de las estructuras. El fenómeno se intensificaría en zonas edificadas sobre suelos inestables o quebradas, donde predominan las casas construidas sin regulación.
Además, el funcionario anunció que, como parte de las acciones preventivas, el Ejecutivo iniciará mesas técnicas con las municipalidades distritales, con el fin de capacitarlas en gestión del riesgo y fortalecer las normas de construcción. Aunque las municipalidades son responsables de hacer cumplir los reglamentos urbanos, desde el gobierno ya se trabaja en la creación de un programa especial de reforzamiento de viviendas precarias, incluso con la posibilidad de implementar un bono estatal dirigido a quienes edificaron por autoconstrucción.

El peligro no solo se concentra en las zonas más alejadas o de menor desarrollo. El centro histórico de Lima y los barrios tradicionales del Callao también están en el radar de las autoridades, debido al envejecimiento de sus construcciones y al alto grado de deterioro en algunas áreas. Muchas de estas estructuras datan de hace más de un siglo y, aunque forman parte del patrimonio arquitectónico, su resistencia frente a un gran sismo es incierta.
El presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, informó que ya se está evaluando el estado de los colegios afectados por el reciente temblor del 15 de junio. Ese mismo domingo, durante las celebraciones por el Día del Padre, un fuerte sismo de magnitud 6.1 sacudió Lima y Callao, reactivando las alarmas sobre la falta de preparación de la ciudad ante un terremoto de mayores proporciones.

La alarma también fue respaldada por el presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera, quien reiteró que la capital no está lista para resistir un sismo de gran magnitud. El experto subrayó que la expansión desordenada de Lima ha contribuido a formar una ciudad cada vez más frágil desde el punto de vista estructural. La presencia masiva de autoconstrucciones en laderas, quebradas y suelos no consolidados, muchas veces sin supervisión técnica ni cumplimiento de normas, agrava aún más el riesgo.
Tavera explicó que el sismo del domingo pasado duró apenas pocos segundos, con niveles de aceleración considerados moderados. Sin embargo, en su opinión, se trató de una advertencia clara: los suelos blandos y la altura de los edificios hacen que muchas personas perciban el movimiento con mayor intensidad.
“Una cosa es estar en el primer piso y otra muy diferente es estar en un cuarto nivel sobre terreno inestable”, precisó.

Otra preocupación señalada por el IGP es la existencia de una zona de fricción tectónica frente a la costa central del país. Se trata de un área de más de 400 kilómetros de largo, donde las placas de Nazca y Sudamérica están acumulando energía desde hace casi tres siglos. Según los registros históricos, Lima no experimenta un gran sismo desde hace más de 279 años, por lo que la probabilidad de un evento de gran magnitud sigue en aumento.
En base a esta información, los simulacros organizados por el Estado se planifican considerando un terremoto de magnitud 8.8, similar al que podría producirse cuando esa zona libere toda su energía acumulada.
Pero más allá de los ejercicios de evacuación, el IGP insiste en que la verdadera preparación comienza con la infraestructura: revisar las viviendas, reforzar los cimientos, evitar construir en zonas críticas y generar conciencia ciudadana son claves para reducir el impacto de un desastre inevitable.

Foto: Andina
Pese a los constantes anuncios, el sistema nacional de alerta sísmica aún no funciona a plenitud. El ministro de Defensa, Walter Astudillo, reconoció fallas y descoordinaciones entre el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y el IGP, lo que ha retrasado la implementación de este mecanismo. A partir de septiembre, se prevé la instalación de 114 bocinas distribuidas en todo el litoral peruano, como parte de una etapa inicial para advertir a la población ante un movimiento sísmico inminente.
Mientras tanto, la amenaza de un gran sismo en Lima y Callao persiste como una posibilidad latente. Las cifras, los antecedentes históricos y los recientes movimientos telúricos confirman que la urgencia de actuar ya no admite demoras.