Lamentablemente, una vez más, nuestra ciudad se ha convertido en un conglomerado de obras inconclusas, nos hemos convertido en una ciudad abierta en sus raíces sin solución inmediata, para variar.
Cada urbanización de Trujillo cuenta en su haber con varias obras que no han sido terminadas en su totalidad, por diversas razones, o se aletargan en el tiempo como si se estuviesen edificando obras de ingeniería imposibles de plasmar en la realidad.

Trujillo: por sus obras los reconocerán
Las razones son muchas: corrupción, ineficiencia, falta de supervisión por la autoridad competente, improvisación, empresas truchas sin liquidez, falta de un planeamiento serio y un desinterés absoluto por el bienestar de la ciudadanía en general.

Aquí hablamos de todas las obras, sean de pavimentación, veredas, parques, etc. hasta obras de alcantarillado por parte de SEDALIB, se convierten en una odisea, una tortura diaria y permanente que tenemos que padecer sin opción a reclamo.
A esto se debe agregar la falta de información y planeamiento para el uso de vías alternas con el apoyo de la PNP. Sin previo aviso a la población aledaña de la obra, rompen todas las calles, tanto las principales como las alternas y el tránsito se convierte en un caos. La policía de tránsito brilla por su ausencia, excepto cuando se organizan operativos o “batidas”.

Sedalib y su culpa
En lo referente a las obras responsabilidad de SEDALIB puede demorar meses y siempre terminan inconclusas, nunca terminan de pavimentar las pistas abiertas y si lo hacen es de una forma deplorable. Las consecuencias las vivimos diariamente porque no hay calle que no se encuentre adornado con huecos imposibles.

Todo esto siempre producto de una absoluta improvisación, falta de un planeamiento o estrategia certera, simplemente se trata de hacerlo y punto. Tomarse la foto y lo que venga después a nadie le importa. Después de una garúa, todo se desmorona como castillos de arena.
Trujillo se ha convertido es una ciudad salida de un cuento de horror, llena de polvo, basura, delincuencia y un ornato olvidado en el tiempo, un Trujillo olvidado en el tiempo que nos necesita para recuperar el brillo e impronta que la caracterizó alguna vez, hasta el clima nos ha dado la espalda, olvidando que fuimos la ciudad de la eterna primavera.

Somos un pueblo timorato, desunido, sin la ambición de algo mejor, nos hemos dejado gobernar por una secta de incapaces y corruptos que sólo buscan el bienestar de su bolsillo y aferrarse a cuotas de poder. Somos un pueblo que vive en silencio, en modo avión, sin dirección cierta y esperanzadora.
Debe llegar el momento de alzar nuestra voz y recuperar nuestra ciudad para que, poco a poco, recupere el prestigio que alguna vez tuvo y del cual sólo quedan recuerdos.
Abogado constitucionalista
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