
En el Perú, el insomnio se ha convertido en un problema cada vez más común entre la población. La inestabilidad política, los constantes cambios de gobierno, la corrupción, la inseguridad ciudadana y las dificultades económicas son solo algunos de los factores que generan un ambiente de incertidumbre y preocupación constante.
Esta situación afecta directamente la salud mental y emocional de los peruanos, quienes, al enfrentar altos niveles de estrés, ansiedad y tensión diaria, encuentran cada vez más difícil conciliar el sueño o mantener un descanso reparador. Además, la presión laboral, el desempleo y la falta de acceso a servicios de salud mental agravan esta condición.
Al respecto, hay que tener en cuenta que, en muchos casos, el insomnio no siempre es un trastorno independiente; sino que aparece como un síntoma asociado a otras condiciones de salud que es necesario conocer para buscar atención médica adecuada.

Existen al menos diez enfermedades reconocidas por tener al insomnio como manifestación frecuente:
- Depresión: las personas con este trastorno pueden presentar dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos o levantarse muy temprano.
- Trastorno de ansiedad generalizada: la preocupación constante y la hiperactividad mental dificultan la relajación necesaria para dormir, afectando la calidad del descanso.
- Trastorno bipolar: durante las fases maníacas, se reduce la necesidad de dormir, y en las depresivas también se altera el sueño, siendo el insomnio un síntoma frecuente.
- Hipertiroidismo: el exceso de hormonas tiroideas acelera funciones corporales, provocando agitación, palpitaciones e imposibilidad de relajarse por la noche.
- Enfermedad de Parkinson: los temblores y la rigidez muscular, junto con alteraciones del reloj biológico, pueden dificultar el sueño continuo y reparador.
- Demencia (incluido Alzheimer): las personas con deterioro cognitivo suelen tener cambios en el ritmo circadiano, lo que provoca insomnio, confusión nocturna y despertares frecuentes.
- Fibromialgia: el dolor muscular generalizado y la hipersensibilidad corporal impiden alcanzar fases profundas del sueño, generando una sensación de insomnio crónico.
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC): los problemas respiratorios, como tos o dificultad para respirar, interrumpen el sueño en repetidas ocasiones.
- Apnea del sueño: aunque quienes la padecen no siempre son conscientes, los despertares causados por interrupciones en la respiración fragmentan el descanso y generan fatiga.
- Trastornos gastrointestinales (como el reflujo gastroesofágico): el ardor y la incomodidad al acostarse pueden evitar el inicio del sueño o provocar múltiples despertares durante la noche.
Dormir mal o no dormir en absoluto tiene consecuencias profundas. A corto plazo, el insomnio reduce la concentración, la memoria y la capacidad de toma de decisiones. A nivel emocional, aumenta la irritabilidad, la ansiedad y la sensación de tristeza.

En el aspecto físico, la falta de sueño debilita el sistema inmunológico, eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, y puede afectar el equilibrio hormonal. Además, el insomnio sostenido se ha asociado con mayor riesgo de accidentes laborales y de tránsito debido a la somnolencia diurna.
Cuando es crónico, puede convertirse en un factor agravante de enfermedades preexistentes, especialmente aquellas relacionadas con el estado de ánimo y el sistema nervioso.
Abordar el insomnio requiere una combinación de hábitos saludables y, en algunos casos, atención médica. Estas son algunas recomendaciones fundamentales:
- Mantener horarios regulares: acostarse y levantarse a la misma hora cada día ayuda a estabilizar el reloj biológico.
- Evitar pantallas antes de dormir: la luz azul de celulares o computadoras altera la producción de melatonina, hormona del sueño.
- Limitar la cafeína y el alcohol: ambas sustancias interfieren con la calidad del sueño, sobre todo si se consumen por la tarde o noche.
- Crear un ambiente adecuado: el dormitorio debe ser oscuro, silencioso y fresco para favorecer la relajación.
- Practicar técnicas de relajación: ejercicios de respiración, meditación o estiramientos suaves pueden facilitar el sueño.
- Consultar a un especialista: si el insomnio es persistente, lo recomendable es acudir a un médico para identificar si está relacionado con una condición subyacente.
El insomnio es un trastorno del sueño que se manifiesta con dificultad para conciliar o mantener el sueño, o despertarse demasiado temprano sin poder volver a dormir. Entre sus síntomas más comunes se encuentran la fatiga diurna, dificultad para concentrarse, irritabilidad, somnolencia durante el día y bajo rendimiento en el trabajo o los estudios. También puede generar ansiedad relacionada con el sueño y preocupación constante por no dormir bien. Las personas con insomnio suelen sentirse cansadas al despertar, como si no hubieran descansado. Además, este trastorno puede ser ocasional o crónico.